Lo decíamos en nuestra anterior edición: la presión de la Junta se recrudece. Y al final, la Iglesia ha terminado tragando. Casualidad de las casualidades, en la firma del acuerdo de intenciones entre Unicaja y CajaSur estaba presente la Junta como anfitriona. Con razón Griñán afirma que prefiere una operación de concentración andaluza. La presión de la Junta ha sido la siguiente: o te fusionas ahora con garantías, o te tendrás que fusionar mañana; y quizás entonces no haya garantías.
¿Y cuáles son esas garantías? En primer lugar, sacar del acuerdo algunos inmuebles. Después, garantizar a través de una fundación con recursos anuales fijos que la obra benéfico social vinculada a la Iglesia permanecerá en el tiempo. Además, poder. Habrá una cosede operativa en Córdoba, Caja Sur ostentará la vicepresidencia y dos direcciones generales y tendrá un tercio de la representación en el Consejo y en la Asamblea de la resultante, ya bautizada como UnicajaSur. ¿Suficiente? Probablemente no. Porque ante el choque de culturas corporativas está muy claro quién va a ganar. Lo que pasa es que eran lentejas. Y a la Iglesia no le ha quedado más remedio.