Sr. Director:
Me ha conmovido hasta las lágrimas -¡emotivo que es uno!- el ver el vídeo que se ha difundido por Internet de un grupo de jóvenes cristianos paseando por las calles y plazas del centro de Madrid con sus cánticos, oraciones, balconeras y piropos a la imagen del Niño Dios, recién nacido, sin ningún respeto humano.
Hoy que tanto se habla y critica a la juventud, en general, por su masiva participación en el botellón, en actos de violencia antisistema, en fans de ídolos del deporte, de la música y de la canción etcétera, merece destacarse esta postura testimonial de jóvenes cristianos que pasean el estandarte de su líder, el Hijo de Dios, en el día de su cumpleaños, por las calles y plazas de nuestra capital.
Frente a la frialdad de las calles iluminadas con millones de bombillas, de escaparates con exóticos reclamos de una fiesta que a la mayoría de los españoles nos resulta extraña o ajena, esta minoría de jóvenes que han querido despertar el sentimiento auténtico de la Navidad, que no es otro que aclamar, bendecir y proclamar al chiquirritín que ha nacido entre pajas, queridín, queridín, queridito del alma, como nuestro Dios, Señor y Salvador.
Bien, muy bien por estos jóvenes cristianos de la asociación San Pablo, que han dado este testimonio público de no avergonzarse de manifestar en las calles, las creencias más hermosas que la mayoría llevamos en el hondón de nuestras almas y que quizás sólo afloran en recintos muy concretos y poco frecuentados por la mayoría de otros jóvenes. Gracias muchachos y que cunda vuestro ejemplo.
Miguel Rivilla San Martín
miriv@arrakis.es