La fiscal Launa se llevó a Anticorrupción el caso de los incentivos de Banesto y ahora pide cinco años de cárcel para el banquero más importante de España. Lo que en principio fue una demanda contra el equipo de Alfredo Sáenz en Banesto se ha ampliado al equipo de Emilio Botín en el Santander. El vía crucis judicial del cántabro se completa con el caso de las cesiones de crédito en vista de la apertura de juicio oral. Tanto en un caso como en otro, Botín y su gente cometieron el error de minusvalorar la resistencia de la jueza
Usted no me está acusando, me está acosando. Estas palabras fueron dirigidas por Juan Carlos Rodríguez Cantarero, el que fuera secretario general del Consejo de administración de Banesto a la fiscal Carmen Launa durante la vista oral por el caso de la presunta defraudación a Hacienda del equipo directivo que bajo las órdenes de Alfredo Sáenz, y en representación del Santander de Emilio Botín, reflotó Banesto. Launa no perdió los nervios y mantuvo su incisivo interrogatorio al hombre que dirigiera la Corporación Industrial Banesto.
Viene bien recordar este hecho ahora porque el caso de las opciones sobre acciones del equipo reflotador del Banesto intervenido ha adquirido un nuevo y más importante sesgo, desde el momento en que la Fiscalía Anticorrupción solicita cinco años de cárcel para el banquero más importante de España, Emilio Botín, y otros tantos para siete de sus colaboradores, entre ellos el vicepresidente Matías Rodríguez Inciarte, el consejero Rodrigo Echenique y el actual y todopoderoso secretario del Consejo del Santander, Ignacio Benjumea Cabeza de Vaca.
La historia es la siguiente. El ex consejero de Banesto, Rafael Pérez Escolar demanda a Alfredo Sáenz y a todo su equipo directivo por el cobro del premio otorgado por Emilio Botín: 6,1 millones de acciones de Banesto. El asunto radica en la calificación fiscal de estos títulos y en la cuestión de fondo de todo el reflotamiento de Banesto : la utilización de dinero público para sanear unos créditos que se dieron por fallidos ¡y que sin embargo se consiguió cobrar!
Como quiera que los demandados tenían domicilios diseminados por Bilbao, Barcelona, Madrid, etc., los sumarios se distribuyen por toda la geografía. Ahora bien, una desconocida fiscal del municipio madrileño de Alcobendas solicita algo tan lógico como la unificación de dicho sumario. Al mismo tiempo, Launa es ascendida a la Fiscalía de Delitos Económicos y entonces da el siguiente pas amplía el expediente no sólo a los que cobran, sino también a los que pagan. Si ha habido fraude fiscal, tanto unos como otros son culpables. Y por último, cuando Launa llega a la Fiscalía Anticorrupción solicita llevarse el expediente. Conclusión: ahora mismo existen causas abiertas contra el equipo de Alfredo Sáenz en Banesto porque no satisfizo los pagos a Hacienda de las acciones recibidas y, en paralelo, Launa, desde la fiscalía anticorrupción pide cinco años de cárcel para los máximos responsables del banco que pagó, el precitado equipo formado por Emilio Botín y los precitados colaboradores. Y la verdad es que Launa no parece una mujer aficionada a abandonar los sumarios en los que participa.
De esta forma, Emilio Botín tendrá que sentarse en el banquillo una vez más, tras su paso por el caso Amusátegui-Corcóstegui. Estamos hablando de unos incentivos que corresponden a los años 1994-1998. Lo malo para el banquero más importante de España es que su presencia en los juzgados puede coincidir en el tiempo con el aún más largo proceso de las cesiones de créditos. Otra mujer extraordinariamente perseverante, la jueza Teresa Palacios, de la Audiencia Nacional, ha instruido ¡durante 13 años! el sumario de las cesiones de crédito, otro presunto delito fiscal que también podría acabar con condena de cárcel para Botín. Las maniobras dilatorias del banco y de todo su equipo de asesores, así como las campañas de desprestigio de las que ha sido objeto la jueza no han arredrado a Palacios, y a pesar de todo el retraso burocrático es más que probable que en el presente otoño-invierno se abra el juicio oral que más teme Emilio Botín. Ya es un sentir casi general de que en ambos casos el Santander en general y Botín en particular han cometido el mismo error: minusvalorar la capacidad y la resistencia de la jueza y de la fiscal.
Más que nada porque la comparecencia en el banquillo coincide con la gestación de otra de las grandes operaciones del banquero Botín: la absorción del BBVA.