En primer lugar, quiero manifestarle mi sincera adhesión a Su Santidad y a la Iglesia, si cabe más en estos momentos de consternación por los abusos de algunos miembros traidores del clero contra niños y jóvenes en Irlanda. Agradezco que haya hecho frente a los escándalos con su responsabilidad de Pastor Universal.
He leído detenidamente la carta que Su Santidad ha enviado a los hermanos y hermanas de ese país para expresarles su cercanía y proponerles un camino de curación, renovación y reparación.
Comparto su dolor e indignación y le agradezco su valentía en la forma como afronta los hechos para que no se repitan casos semejantes. Estoy segura de que, con la gracia de Cristo, el mal servirá de abono para el florecimiento de una nueva primavera de la Iglesia en Irlanda y en el mundo.
Aunque los casos son mínimos comparados con los que se producen en otros organismos (por ejemplo, en el mismo periodo, en Estados Unidos se contabilizaron 6.000 casos de abuso de menores por parte de profesores de gimnasia, por un solo caso del clero), no se ha visto a ningún presidente ni a ministro alguno preocuparse tanto por las ofensas a menores.
Su actitud, Santo Padre, es un ejemplo a seguir por todos los gobernantes y autoridades que quieren sinceramente el bien de los niños y de los jóvenes y preservar su inocencia.
Josefa Romo Garlito