Como recordarás, hace ya más de tres años, y tras una brutal subida de la electricidad, vendimos todo el ajuar eléctrico y nos mudamos a esta cueva. Al poco, y por semejantes circunstancias, descartamos el coche y similares. Te diré que últimamente ésto está cada vez más concurrido y estamos avanzando muchísimo.
Me he enterado que ha habido un fortísimo medicamentazo sumado a un severo recorte de los servicios médicos. Te diré que aquí en nada nos afecta, pues los remedios caseros son eficacísimos: los males de estómago se solucionan con infusiones de zahareña; los dolores de muelas se eliminan llevando en el bolsillo una quijada de conejo manco; el estreñimiento, introduciendo, salva sea la parte, una cerilla impregnada en aceite; los problemas óseos: torceduras, esguinces y fracturas, los trata un pastor con dilatada experiencia en sus cabras. Hemos recuperado la sangría, no pienses en la refrescante bebida veraniega, sino en la eliminación de la sangre corrupta de nuestro cuerpo mediante las sanguijuelas, las de verdad; Dios me libre de hacer, con este término, alusión a los políticos. Te seguiría contando miles de remedios. Ahora estamos a la espera de un chamán, que además de ayudarnos a curar nuestros males sea capaz de adivinar el futuro. Por cierto, que en las conversaciones mantenidas con él, nos aconsejó que estudiásemos detenidamente el yacimiento de Atapuerca. ¿Por qué será?
Manuel Villena Lázaro