Me lo dijo hace bastantes años un buen amigo: la guerra de nuestros días es una guerra que se libra en el terreno de la sexualidad.
El hombre ha descendido a formas de animalidad y se puede decir que lo que diferencia a unas personas de otras ya no es su posición social o su nivel intelectual, sino el ser o no dueñas de sus actos, especialmente en el terreno de la sexualidad. El ser humano está llamado a ser humano, valga la redundancia.
La virtud de la castidad es la que lo diferencia de los seres irracionales en esta faceta de su existencia y hoy hay una especial insistencia en desdibujar este hecho y en exaltar y exacerbar las pasiones más bajas que dominan al hombre no libre.
Siempre ha sido una virtud difícil, pero hoy es "la virtud" por excelencia.
Carlos Morata Palazuelos