Sr. director:
Se cumple por estas fechas el XXIII aniversario del Manifiesto de intelectuales y profesionales que viven y trabajan en Cataluña (25 de enero de 1981). Las preocupaciones expuestas en esta declaración, que tenía como único objetivo la aplicación real de la Constitución y el Estatuto en torno al tema lingüístico, que no se estaba aplicando, se están cumpliendo con creces. Incluso en algunos casos las predicciones se han quedado cortas, porque el enfrentamiento lingüístico entre comunidades se está saldando con el amedrentamiento, cohibición y sumisión de los castellano-hablantes que callan por miedo a posibles represiones (ser señalado en su puesto de trabajo, recibir cartas amenazadoras o encontrar pintadas en su domicilio, por ejemplo) y, así, la Generalidad puede argumentar que no hay discrepancias en la población a sus políticas de limpieza lingüística.
Se sigue sin poder recibir las clases en castellano o español –y sí se puede recibir las clases exclusivamente en catalán-; todos los carteles de los ayuntamientos catalanes están exclusivamente en catalán; los documentos oficiales de la Generalidad están exclusivamente en catalán –exigiendo que los documentos del Estado en Cataluña estén en catalán-; en el Parlamento catalán, los parlamentarios no pueden expresarse en castellano porque acto seguido abandonan la sala la gran mayoría de representantes nacionalistas –demostrando la tolerancia que pregonan y no cumplen-; el desarrollo de la cultura en castellano o español en Cataluña –es decir, para catalanes- es nulo, ya que, nulo es cualquier tipo de subvención, pues toda ayuda está desviada para cualquier tipo de creación, buena, mala o peor, pero que sea en catalán; la lista es inacabable, la Constitución y el Estatuto se siguen sin cumplir en Cataluña.
Se vive bajo la complicidad del Gobierno de España (primero fue UCD, luego el PSOE y ahora el PP) y la mano dura de la Generalidad, que no quieren el cumplimiento de ambas leyes ya que políticamente no les interesa.
Ya en 1924, bajo la Dictadura de Primo de Rivera, un grupo de intelectuales y personas influyentes (Marañón, Ossorio, Menéndez Pidal, Espina, Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos, Azorín, Gómez de la Serna, García Lorca, Canalejas, Madariaga, Azaña, Sánchez Albornoz, Pérez de Ayala, entre otros) pedían que el catalán no sufriera las restricciones que se habían empezado a ejecutar por orden del dictador. Lo lamentable del tema es que hoy vivimos en una democracia y las restricciones lingüísticas se siguen ejecutando.
Daniel Tercero García