Recuerdo cuando en los años 70 las multinacionales alemanas y norteamericanas siempre elegían a Cataluña para instalar su filial en España.
De aquello ya queda bien poco. Según los datos que acaba de publicar el Ministerio de Economía la inversión extranjera en Cataluña está por los suelos. El año pasado Madrid atrajo cuatro veces más inversión internacional que Cataluña. Buscando razones, me pongo en la piel de un industrial alemán. ¿Pondría mi filial para España en un sitio donde sus dirigentes están amenazando con irse de España? ¿Y, por tanto, durante años quedarse fuera de la Unión Europea? ¿En una autonomía dónde el intervencionismo de la administración en temas medioambientales, lingüísticos o de horarios es asfixiante?
Creo que algunos políticos catalanes deberían reflexionar.
Martín Menschen