Por otra parte, el científico japonés, Shinya Yamanaka, fue el que logró células adultas, parecidas a las embrionarias, pero sin manipular y aniquilar embriones. Las células madre, denominadas iPS, se pueden convertir en cualquier tipo de tejido humano y, además, sin ningún problema ético. "Cuando vi un embrión en un microscopio pensé que no estaba tan lejos de convertirse en algo parecido a mis hijas y decidí que tenía que encontrar otra forma para obtener células pluripotentes".
También está ilusionado con nuevas investigaciones. El estudio más importante de su vida, con el que está trabajando, consiste en tratar a los dolientes con lesiones medulares, en colaboración con otros indagadores de la Universidad de Keio en Tokio (Japón).
La Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal, afirma: "Ningún católico puede admitir, en ningún caso, prácticas como el aborto, la eutanasia o la producción, congelación y manipulación de embriones humanos".
El Vaticano promueve el uso de células madre procedentes de adultos. Su lógica se basa en el principio moral de la plena dignidad de "toda vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural", afirmó Juan Pablo II.
Por otra parte, Benedicto XVI subrayó que no pueden extraerse las células madre de embriones humanos a costa de causarles la muerte, en estos casos "la investigación, al margen de su utilidad terapéutica, no se pone verdaderamente al servicio de la Humanidad, pues implica la supresión de vidas humanas que tienen igual dignidad que las demás personas".
Con esta afirmación, el Papa reitera el principio moral de igualdad absoluta en cuanto a dignidad humana entre un embrión, un feto, un recién nacido, un adulto o un anciano enfermo terminal.
Por otra parte, el Diccionario de Bioética, afirma que "es gravemente ilícito el uso, con finalidad terapéutica, de las células madre embrionarias".
Clemente Ferrer
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