Ambas empresas, así como otras librerías virtuales, han cedido ante las reclamaciones y amenazas de Colectivo LGBT (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales), es decir, el lobby gay, esos chicos tan acosados que no toleran que nadie piense distinto a ellos y que tildan de homófobo a todo aquel que se atreva a discrepar de sus planteamientos. Lo denuncia Alex Rosal, el editor, en su página Religión en Libertad, y en efecto, así ha ocurrido. Por cierto, Cohen no es ningún radical, tan sólo intenta ayudar a aquellos homosexuales que pretenden salir de su infierno particular porque, no nos engañemos, la homosexualidad es un infierno. Ni tan siquiera estoy de acuerdo con él en el término "sanar". No, la homosexualidad no es una enfermedad sino una inmoralidad, que tiene su origen, como toda inmoralidad, en la violación de la ley natural que rige a los seres racionales -es decir, libres-, de la misma forma que las leyes físicas rigen la naturaleza creada, tanto los animales irracionales como los seres inanimados.
Cosa distinta es que la inmoralidad provoque patologías psíquicas y físicas, y el sida no es una excepción a la regla.
La otra gran mentira del lobby gay consiste en asegurar precisamente, que el homosexual nace, no se hace. Falso. Nadie nace homosexual. Se puede nacer impotente, hormonalmente débil -tanto ellos como ellas- y hasta hermafrodita pero siempre racional: el hombre elige entre desarrollar su naturaleza y perfeccionarla o trasgredirla. La fisiología es una tendencia y, como toda tendencia, reconducible. A eso es a lo que llamamos moral. Y por esto, al homosexual se le puede ayudar a superar su problema, pero como se trata de una cuestión ética, es decir, pendiente de su libertad, el primer paso para salir es querer salir.
Con la homosexualidad sucede lo misma confusión habitual entre maldad y locura. Los locos no son malos, pero la maldad provoca locura. El terrorista siempre siente remordimientos con su primera victima: al décimo octavo fiambre ya ha justificado todas sus atrocidades... y es muy difícil que un asesino no enloquezca. Pero no por ello es menos culpable.
En cualquier caso, lo que tenemos ahora delante no es más que la tiranía gay en estado puro, el chantaje permanente para silenciar y marginar a quien no piense como ellos, aunque se trate de alguien tan mesurado como Cohen.
Y recuerden: al malvado no hay que golpearle, pero tampoco ceder a sus pretensiones. Todas las tiranías se han forjado a sí mismas por el silencio de los buenos, con la cesión al chantaje. Como Hispanidad ha sido víctima del chantaje gay les aseguro que sé de lo que hablo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com