Sí, es muy cierto que el cheque-bebe es una maniobra de Rodríguez Zapatero para ganar las elecciones con dinero público. Es cierto que su efecto se verá en plena campaña electoral. Y también sé que esto se le ha ocurrido al final de legislatura, tras tres años de ofensas a la familia, destrozando el sentido de compromiso del matrimonio -la Ley del Divorcio Express es la segunda mayor barbaridad que ha perpetrado ZP, tras la leyes de masacre de embriones y por delante del gaymonio- y disparando el número de divorcios y chavales sin apoyo de un padre y una madre que se amén. Lo explica mejor que yo la espléndida viñeta de Jesús Martínez, publicada en el diario Negocio.

Con todo lo anterior, aplaudo la medida de ZP: menos da una piedra y más daño hace. Todo es aceptable con tal de que se ayude a la vida, no a la muerte, con tal de que se apoye a la familia en su reto más hermoso pero más duro y oneroso: la crianza y educación de los hijos.

Ahora bien, el cheque-bebé es justo pero también demagógico. Pocas parejas van a animarse a tener un hijo por una subvención de 3.000 euros -3.500 para madres solteras-. No, lo que hay que aplicar es el salario maternal, un salario que recibirían los padres, todos los meses, hasta, al menos, que se incorpore a la escuela. Y no para que aumente la natalidad, que falta hace, sino porque es de justicia. ¿Quieren conciliar la vida laboral y familiar, especialmente la de la mujer? Pues reconozcan el esfuerzo de los padres, especialmente de la mujer, para tener, educar y criar a los futuros contribuyentes.

Cheque bebé, no: salario maternal.

Eulogio López

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