Son bien conocidos los problemas que encierra el gigante asiático, que mientras deslumbra al mundo con su poder económico mantiene el sello de una férrea dictadura comunista donde el respeto a los derechos humanos brilla por su ausencia.
La libertad religiosa no escapa a esta penosa situación. Sigue siendo una tarea ardua conseguir que la Iglesia pueda desarrollar libremente su misión, y que tanto la Iglesia como la comunidad política, desde la independencia y la autonomía que les corresponden, puedan trabajar conjuntamente al servicio del bien de los hombres.
Suso do Madrid