El pasado Viernes Santo, el Papa Juan Pablo II bajaba a la Basílica de San Pedro y confesaba, durante más de una hora, a dos españoles, dos polacos, dos italianos, dos ucranianos, un canadiense, un estadounidense y un eslovaco. Es decir, que confesó en español, italiano, polaco, ucraniano, inglés y eslovaco, según informa la agencia Zenit.
Y dicho esto, días antes, la Cadena SER, esa especie de covachuela que su estrella Iñaki Gabilondo se empeña en convertir en el oasis de la paz y la tolerancia, utilizaba su programa de la tarde, conducido por la divertidísima Gemma Nierga, a burlarse del sacramento de la Penitencia. Gemma envió a un par de becarias, no era Mónica Lewinsky, a confesar de mentirijillas. Esta chica es que es tronchante. Y entonces, no se lo pierdan, la falsa penitente le dice al cura que se lo ha hecho (sí para el equipo de la SER "hacer" algo no es otra cosa que lo que ustedes están pensando) con su marido en el ascensor, y todo ello grabado para divertimento de la feliz audiencia de don Jesús Polanco y don Juan Luis Cebrián, mártires de la democracia española. Yo es que me desternillaba. Y va el cura y le dice que, hombre, que si era su esposo pues que muy bien, pero la emisión de fluidos es casi mejor hacerlo en el catre, por aquello de la comodidad, y que no está bien dar el cante, pero que eso, de pecado, pues, más bien poco. Figúrense.
Y luego va Gemma, cómo es esta chica, y entrevista en directo a otro cura, por si a la broma le faltaba algo, que dice que no le parece bien, que es un sacrilegio, pero que "como vosotros no creéis en nada" pues que qué le vamos a hacer. Y la verdad es que el entrevistado respondió muy bien. Lo que le dijo la madre de Gemma Nierga: Si no sabe aguantar una broma márchese del pueblo.
Que diablillo de muchacha. En un rapto brillante de inspiración y de buen hacer radiofónico se ha cargado la moral (burla de un sacramento), la ética (no sólo ha mentido, sino que ha convertido la mentira en noticia) y la deontología periodística, por no informar a quien grabaron de que estaba siguiendo grabado y por conseguir una exclusiva a través de la mentira.
Pues bien, señores, la SER es la emisora más escuchada de España. Su consejero delegado es Juan Luis Cebrián, el mismo que escribe cosas tan profundas como "El honor perdido de José María Aznar". Sin embargo, Janli, todo un académico, está demasiado ocupado como para llamar al orden a la Nierga. Además, para un hombre de honor, como Janli, es importante pagar las deudas, es decir, que la cuenta de resultados funcione. Y, al parecer, la Nierga, aporta varios millones de euros al honor de Janli, en particular, y del grupo Prisa, en general.
Esta es la emisora propiedad de Jesús Polanco, patrocinador de aquella preciosa exposición artística del Ayuntamiento de Barcelona, titulada "Me cago en Dios". Este guardián de la democracia española, ferozmente perseguido por el Gobierno del Partido Popular (¡Ojalá, hijo, ojalá!), fue el único patrocinador que no exigió al municipio que rige Joan Clos (Me cagüen en Clos) que retirara esa ofensa a todos los creyentes españoles, que siguen siendo mayoría. Por ejemplo, nadie en Prisa ha pedido el cese de Gemma Nierga, pero es muy posible que en su próximo discurso, su compañero Gabilondo nos explique a todos que los periodistas no debemos convertirnos en el centro de la noticia, que "el crítico no puede ser más importante que el escritor, ni el cronista político que el ministro, etc." (discurso pronunciado durante la reciente entrega de Premios de PRNoticias en la Asociación de la Prensa de Madrid). Es evidente que Gemma sólo quería gastar una broma inocente, no convertirse en el centro del universo, pero es que hay algunos que se lo toman por la tremenda. Y la única pregunta es: ¿Cómo es posible que Iñaki Gabilondo, Juan Luis Cebrián y Jesús Polanco sean tan hipócritas? Gemma no, Gemma sólo es una chiquilla traviesa. Pero lo cierto es que la persecución religiosa no consiste sólo en matar curas, sino en este tipo de salvajadas incruentas. ¿Por qué no les ponen ustedes micrófonos a los jueces, notarios, con los médicos y luego lo pregonan en público? O con los proxenetas, más conocidos como chuloputas, que se anuncian en El País. O mejor, con los imanes de las mezquitas, aunque mucho cuidado con éstos, que de libertad religiosa entienden poco y de explosivos un montón.
Profanar un sacramento es lo mismo que incendiar una iglesia, sólo que peor. Es un atentado contra la libertad religiosa, fomentado por don Jesús Polanco y compañía. No por Gemma, que sólo lo hace por sentido del humor.
Eulogio López