Argumento: un cura más salido que el pico de un queso, seguramente le huele el aliento, obsesionado con el trasero de una señora turgente quien, naturalmente, oculta en su casa a una nobilísima alma republicana a la sazón, su compañero- perseguido por la mayor tiranía que vieron los tiempos modernos: el Franquismo de Franco. Los curas son así de miserables.
El autor es José Luis Cuerda, muñidor del Manifiesto de la Ceja, de apoyo a ZP, es decir, el jefe de los innovadores y creadores exquisito pleonasmo del presidente del Gobierno en los debates electorales frente a Mariano Rajoy.
Sólo quiero caminar (11 nominaciones): atracadoras de banco, tan brutas como ellos, más que nada para demostrar que el feminismo consiste en eso: en que las mujeres sean tan estúpidas, bestiales y refociladoras como los señores. Y, de inmediato, como sucede siempre con las feministas -y aún más con los feministos- nos vierten encima la heces de varias felaciones, que constituyen, sin lugar a dudas, la aspiración máxima de la sexualidad femenina y de la lucha contra el machismo. Todo ello, salpicado con una violencia no dramática ni sobrecogedora, sino simplemente desagradable y mayormente estúpida.
Como pueden comentarles a ustedes en el Ministerio de Igualdad, lo importante es que ambos sexos sean iguales. Igual de brillantes o igual de mentecatos, pero iguales.
Camino (siete nominaciones): la mamá de Javier Fesser es una devota de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, y hemos descubierto que su hijo no se entiende con mamá. Más que una película es una venganza. Hablamos del producto más promocionado y oneroso del cine español en el año saliente y un pestiño de tal calibre que, sólo siendo un progre vocacional, se puede sufrir. Sólo aceptando que uno debe contemplar este tostón eterno, más de dos horas para poner a parir al Opus, que, al parecer, es tarea ardua y onerosa. Pero la causa progre exige tales esfuerzos.
Este es el cine español: Curas malos y putas buenas. Lo nuestro es la forma, que no el fondo. Al igual que en economía hemos mejorado en materia de déficit fiscal, mientras aumenta el paro, en cine nuestra mejora técnica es evidente, pero nuestras historias sólo gustan a cristófobos y obsesos sexuales.
Pero, eso sí, una panda de actores y directores -innovadores y creativos, recuerden- dedicados al onanismo artístico, son financiados por un Gobierno con el dinero de nuestros bolsillos.
No me extraña que, a la hora de elegir, el espectador español se decida por el cine norteamericano, es decir, el cine del imperio. Y es que los gringos son de lo peor, pero no se han olvidado de contarnos historias. Ahora que lo pienso, británicos, franceses, italianos y hasta alemanes, así como los hispanoamericanos, han comenzado a contar historias. Sólo en España nuestros innovadores y creadores nos torran con sus delirios sexuales y anticlericales. Lo cual es injusto, porque nosotros no les hemos hecho nada.
Y lo malo es que este mariachi de directores, guionistas y actores trabajan aara quien les paga, el Gobierno, y para quien les promociona: los medios de información. El público sólo es una coartada necesaria, cuya función es pagar, callar y aplaudir. Y lo peor es que el mariachi está contagiando a las teleseries, el teatro del siglo XXI, es decir, el género que más influye en el pueblo. Esta es el pais que están forjando los creadores de ZP: una España de cristófobos y obsesos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com