Merece la pena escuchar la entrevista de una radio peruana con monseñor Cipriani, uno de los cardenales más famosos de Iberoamérica, cuya autoridad es reconocida en todo el orbe.

Y es que los países hispanos siempre imitan a España en lo malo (no se me ocurre ahora mismo ninguna cosa buena pero a lo mejor lo consigo antes de firmar esta nota). Ahora Perú anda engolfado con legislar el homomonio, lo que me recuerda la postura del Partido Popular, y de algunos católicos, cuando Zapatero lo instauró en España: no, el matrimonio es algo entre hombre y mujer pero, naturalmente, hay que ofrecerles a los gays una alternativa que podríamos llamar parejas de hecho. En definitiva, para el PP se trataba de una cuestión nominal: se puede regular el matrimonio homo mientras no le llames matrimonio. Algo así como decir: no importa que tenga cuatro millones y medio de parados mientras no les llames parados sino, por ejemplo, ciudadano carentes de actividad laboral.

Pues bien, para monseñor Cipriani el matrimonio homosexual y las parejas de hecho es una misma cosa. Es una evidencia, pero ha llegado el día, anunciado por Chesterton, en que tenemos que luchar por demostrar que las hojas son verdes.

Y recuerden: lo malo no es el matrimonio homosexual sino la homosexualidad.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com