En una nueva muestra de audacia política, la Junta de Andalucía, regida por el socialista Manuel Chaves desde un poco antes de la batalla de Clavijo, ha vuelto a adelantarse a todos sus pares, incluido el gobierno hermano, el Ejecutivo Zapatero. El mecenas Chaves, patriarca de la ciencia moderna, acaba de abrir una nueva vía a la ilustración: Andalucía acepta la clonación de seres humanos, naturalmente con razones humanitarias, filantrópicas, esto es, terapéuticas. Todo sea por la curación de los enfermos.
La consejera de Sanidad, bendita sea, doña maria Jesús Montero, se ha adelantado a su colega, la ministra de Sanidad del gobierno central, Elena Salgado, otra fiera de la investigación y el luminoso progreso. Montero ha dado luz verde a la clonación humana, porque sus ganas de curar a los enfermos son tan grandes, tan enormes, que está dispuesta incluso a cargarse a muchos humanos para salvar a otros y para que progrese el conocimiento científico, claro está.
La verdad es que puestos a elegir entre dos barbaridades, yo me quedaría con la clonación reproductiva, no con la terapéutica. Al menos con la primera no se mataría a nadie. Pero es igual: como dicen los catalanes, ¡Hace ilusión!.
La verdad es que la clonación humana es, y puede serlo durante mucho tiempo, un mito, dado que lo que hoy llamamos clonación no es tal. Los científicos, como siempre, utilizan material humano, es decir personas, como conejillos de indias, para obtener nuevos seres, y hasta ahora no han obtenido ninguno. Pero es igual: hace ilusión. La mejor de las ilusiones, sólo apta para grandes ilusos: la ilusión del progreso científico. Ningún otro mito inventado por el hombre asciende tan alto, ningún otro mito, periódicamente, se estrella contra el pavimento con tanto entusiasmo.
A decir verdad, ni la clonación ni el troceamiento de embriones producto de la fecundación in vitro han curado a nadie, al tiempo que han matado muchos seres humanos pequeñitos, pero ¡Hace ilusión!
Montero, desde la vanguardia científica a la Moncloa, ahí te queremos ver, Salgado, te has dejado adelantar como un pardilla.
Y el progresista anuncio de la señora Montero se produce 48 horas antes que el inefable Hwang Woo Suk, el coreano que se había convertido en ídolo de la progresía, dimitiera de su cargo en la Universidad Nacional de Seúl. Hwang es el arquetipo del prestigioso científico (PC), ejecutor de la gran estafa actual que en el siglo XXI es la biogenética. Presumía el coreano de haber clonado, cuando lo único que había hecho eran transferencias de núcleos, que es otra cosa, pero bastó para que todo el sistema informativo mundial, le convirtiera en su ídolo, para que, por ejemplo, Televisión Española convirtiera Corea en la meca de las ciencias actuales. Como toda estafa viene envuelta en la mentira, la caída del ídolo no producirá ni la mitad de comentarios, además de resultar una estafa. Me explico : se preparo el batacazo con un escándalo menor táctica muy empleada por los grandes manipuladores- el doctor había obligado a algunas de sus colaboradoras a donar óvulos. Mucha gente, a la que se vendía que el destripamiento de embriones era una maravilla, se preguntaba, con razón, si el inicio del proceso, la donación de óvulos femeninos, era realmente tan grave. Y es grave, ciertamente, pero lo hacen muchas universitarias madrileñas para sacarse unos euros a cambio de su genoma. Es decir, que se estaba preparando la caída del ídolo pero con aterrizaje suave. No, no podía ser ese el verdadero escándalo : el verdadero escándalo era más científico, más profundo, más miserable: el amigo Hwang se había inventando los resultados de al menos nueve de las once secuencias de células madre que afirmaba haber creado. La verdad es que no había creado nada, sólo había producido, a partir de una materia prima que es la identidad genética de personas o sencillamente embriones humanos, pero es igual: el caso es que había jugado a ser Dios y resultó que no se sabía el oficio. Al final ha tenido que dimitir. El ídolo ha caído, pero el mito de la genética continúa en pie.
Lo que está ocurriendo hoy con la manipulación genética de los PC recuerda lo ocurrido durante los últimos años del siglo XIX y principios del XX. Enamorados del evolucionismo, cada equis años unos arqueólogos afirmaban haber descubierto el eslabón perdido que, de forma irrefutable y definitiva, unía al hombre y al simio en regocijante armonía. ¿Quién será el futuro Hwang? A lo mejor sale de las arcas de la señora Montero, que reparte con prodigalidad nuestro dinero entre las Margarita Salas, Berna Soria, Aizpurúa y otros insignes homicidas estafadores.
Eulogio López