El nuevo ministro de Industria, Joan Clos, amenaza con convertirse en el ministro-risa del gobierno Zapatero. Por internet y por los móviles ya circulan multitud de dicharachos sobre su condición de anestesista como proyección idónea para responsabilizarse de asuntos tan trascendentales como la energía, el comercio o el turismo. Y el protagonista parece colaborar con la campaña, así, en su primera entrevista, concedida como no, a un diario catalán, Clos declara a La Vanguardia que se pueden hacer más cosas por Barcelona desde Madrid, al parecer el alcalde saliente de la ciudad condal ha olvidado que no es el representante de Cataluña en el ejecutivo central, sino un miembro del gobierno de España para el que Barcelona debe ser, a partir de ahora, tan prioritaria como Murcia o Pontevedra.
Por si no fuera poco, Clos vuelve a meter la pata cuando afirmas que desde el consejo de ministros defenderá la cogestión de El Prat, cuando esa competencia corresponde a su colega Magdalena Álvarez, quien se ha puesto reiteradamente a la cesión del aeropuerto barcelonés a Cataluña. Y por si no fuera poco, en plena opa de E.On sobre Endesa, y en plena reconversión del sector energético europeo, Clos afirma, con rotundidad, que nuestra asignatura pendiente es la diversificación energética.
De profesión, anestesista.