Closer la anuncian como una mirada honesta a las relaciones de pareja actuales, marcadas por atracciones instantáneas y encuentros fugaces. El problema de todo ello es que sirve de excusa para que se prostituya la palabra amor, desde la primera secuencia.
Basada en la tragicomedia teatral de Patrick Marber, los papeles principales recaen estrellas de la talla de Julia Roberts, Jude Law o Natalie Portman, pero que estos nombres no les engañen. Escabrosa, gratuita y grosera en un desfile de comentarios e imágenes, Closer es una película aburrida y llena de tópicos (absurdo el papel de stripper que interpreta Natalie Portman. La joven actriz, llevada por el ambiente, ha querido quitarse la calificación de mojigata que tenía en Hollywood).
Los actores defienden bien sus personajes, pero el contenido es tan indigesto que deja un mal sabor de boca. Eso sí, hay dos secuencias de auténtico cine que nos recuerdan que Mike Nichols fue el responsable de El Graduado. Una es, nada más iniciarse la película, el intercambio de miradas, en un paso de peatones, entre Jude Law y Natalie Portman. Otra, la sesión de fotos en la que Julia Roberts retrata al joven aspirante a escritor. El resto de la película es sólo adecuada para gente con la cabeza mal amueblada.