Hay que tener mucha, mucha cara, jeta dura y rostro pétreo para lanzar las campanas al vuelo por el hecho de que dos hipotecarias norteamericanas, que en lugar de dedicarse al préstamo hipotecario -que también- utilizaban ese noble instrumento financiero para especular con bonos montados sobre los mismos- sea rescatado con dinero público, es decir, con el dinero de todos los contribuyentes norteamericanos.

Pues bien, apenas 24 horas después del jolgorio, el caso Lehman volvía a poner a las Bolsa donde estaban: en caída libre. Lógico: si hay que sanear ‘freddies' y ‘fannies', por qué no Lehman? Éste es mucho más especulador que aquellas, pero lo cierto es que pocas entidades y pocos productos financieros se libran ya del virus productor de burbujas.

Y luego de Lehman descubriremos que Merrill Lynch, Morgan Stanley o los universalistas de Citi y Morgan Chase también han hecho lo que no debían, y que el HSBC, el Deutsche o el San Paolo también se han dejado llevar por la codicia del dinero inmediato. Y el erario público, es decir, el ciudadano norteamericano, británico o alemán, deberá pagar de su bolsillo nuevos rescates. Que comer, rascar y sanear, con el dinero de los demás, todo es empezar.

Y si la especulación no se quedará en las Bolsas no resultaría tan dañina. Lo malo es que la crisis de liquidez se extiende como una mancha de aceite por todo el planeta, incluidos los que, alejados del capitalismo financiero anglosajón, por ejemplo, España, no tenemos ninguna culpa del entramado, pero nos vemos afectados.

El sistema bancario español especula poco y rinde un servicio a la sociedad, pero sufre, por mor de norteamericanos, británicos y alemanes -principalmente- una crisis de liquidez. Así, las empresas no encuentran capital para invertir, y aumenta el desempleo. Más en España que en los países causantes del desastre.

Es la codicia humana, donde pagan justos por pecadores.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com