En este país parece que estemos acomplejados de ser españoles, y somos reticentes a la hora de mostrar nuestro patriotismo.
Últimamente, gracias al éxito cosechado por la selección española de fútbol, se ven algunas banderas nacionales colgadas de los balcones. Pero no nos engañemos: en cuanto pasen varias semanas, la fiebre nacionalista se marchitará como una flor que crece en el desierto.
Resulta preocupante, por ejemplo, escuchar cómo el reciente ganador del Tour de Francia, Alberto Contador, ante los paisanos que lo aclaman, asegura sentirse orgulloso de ser español. Como si se presumiera lo contrario. Pero no lo culpo a él, sino a la clase política que nos miente y maneja a su antojo; que pretende hacer desaparecer de un plumazo los sentimientos más profundos y las creencias más arraigadas de los españoles. Lo malo es que, poco a poco, lo están logrando, creando cada vez más diferencias entre las distintas Comunidades Autónomas, distinguiendo entre ciudadanos de primera y de segunda categoría, estableciendo barreras lingüísticas, políticas e ideológicas.
Así que, o mucho cambia la situación actual, o acabaremos perdiendo la identidad nacional que nos une, y ello por culpa de unos cuantos políticos fanáticos y acomplejados, que van en contra de todo lo que hace referencia a España.
Pablo Gutiérrez Tomás