Ilmo. Sr. D. Juan Moral, Fiscal de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional
Llevo días queriendo entender por qué usted decidió reducir la petición de condena a ocho terroristas de ETA, el pasado 1 de junio. En concreto de 136 a 61 años.
Como a toda ciudadana normal el hecho me sorprendió, y desde entonces lucho por controlar mi ira. Usted me comprenderá. Dos de las personas beneficiadas por su decisión integraban el comando que quería asesinar a mi padre.
Si el juicio se hubiera celebrado 4 meses antes ¿Ud. hubiera rebajado esas penas? ¿Hubiese modificado su escrito de calificación provisional? Si el proceso que debe conducirnos al fin del terrorismo sufre un revés, ¿Revisará Ud. la condena de estos etarras?
Produce un enorme desasosiego comparar la lentitud de la justicia y su adecuación a las circunstancias del entorno político (lo cual haría sonrojarse a cualquier persona que viva en un país de cultura democrática estable) con la rapidez de ETA para condenar a muerte a los integrantes del movimiento de resistencia al nacionalismo violento vasco que, entre otras cosas, habían conseguido dedicar el único edificio civil que existe en Bilbao a la memoria de una asesinado por ETA.
También me preocupa que este proceso acabe cuestionando la independencia de la justicia. Conozco por experiencia algunas de las cualidades personales que hay que poseer para soportar la presión política o mediática, en definitiva de cualquier poder. El Estado de Derecho descansa en la creencia de que jueces y fiscales, así como otros profesionales, las poseen. Es una impostura personal, con grave perjuicio social, aparentar independencia de criterio y no tener la dignidad suficiente para vencer las presiones de los poderosos. Lo saben bien las víctimas de estos 8 etarras y todos los que nos hemos educado bajo la máxima de que ninguna injusticia nos era ajena.
Nuestra confianza en que al final siempre se impone la justicia ha sufrido un fuerte revés. Su benevolencia con los asesinos y su dependencia del poder hace que los que expusieron sus vidas, y han vivido con fuerte reducción de sus derechos civiles más inmediatos, puedan encontrarse en un futuro próximo y en la calle, con los que tantas desgracias les han acarreado.
¿Tendré que pensar entonces que tuvimos muy mala suerte, después de esperar más de 3 años, porque este juicio a los potenciales asesinos de mi padre se celebrara justo durante los meses del proceso de paz? ¿No se ha enterado Ud, como los políticos a quiénes sirve, de que en el País Vasco nunca pedíamos paz los que luchábamos por la Libertad?
Deseo, de todo corazón, que su dignidad profesional no permita a sus fuerzas volver a flaquear en el futuro.
Rocío Martínez Usategui
rmartinezusategui@yahoo.es