En primer lugar, me he leído la crónica de Juan Vicente Boo, corresponsal del diario español ABC en el Vaticano. El título promete: "La Iglesia será más acogedora con parejas de hecho, homosexuales, divorciados y madres solteras". El cuantitativo 'más' nos permite concluir que hasta ahora la Iglesia no ha sido lo suficientemente "acogedora". Pero eso es lo de menos: lo mejor, como decían los chicos de la Disney, "está en el interior". Se trata de la crónica sobre la presentación, a cargo de Lorenzo Baldisseri, que no es un delantero del Milan, sino el cardenal secretario del sínodo de Obispos, del Informe Instrumentum Laboris por el que se guiará el ya famoso Sínodo de la Familia, previsto para octubre. Sínodo que ha despertado muchas expectativas, sobre todo en lo referido al acceso a la Eucaristía de los divorciados y vueltos a casar -o a cohabitar, que dirían los franceses-.

Muy particularmente, después de la alocución, en el consistorio de febrero, asimismo previo al Sínodo de la Familia, de Walter Kasper, que no es el protagonista de ninguna película de fantasmas sino un veterano cardenal germano.

Pues bien, ya le hemos dicho todos a Juan Vicente Boo que beba con moderación antes de escribir, porque el titular se queda corto ante lo que viene luego, ante el texto de la crónica. Ojo al dato, que diría el gran García: "En cuanto a los divorciados vueltos a casar, se explicita el caso de que algún sacerdote les aconseje recibir sacramentos, pero no de modo «público» donde les conocen".

Si hemos de hacer caso a ciertos medios, la Iglesia estaría promocionando el sacrilegio a escondidas

A ver si lo he entendido. Que dice Juan Vicente, que dice el Informe de Baldisseri y compañía, que la cosa está clara: que si vives en situación irregular -esta expresión resulta harto sugerente para los de imaginación calenturienta- y va el muy reaccionario párroco que te ha tocado en suerte que no puedes acceder a la eucaristía, te vas al pueblo de al lado, allí donde no te conocen, y comulgas. O sea que, según Boo, que seguramente se había tomado un par de copas de refrescante lambrusco en ayunas, la Iglesia está proponiendo el sacrilegio pero a escondidas para no provocar escándalo.

No es un chiste. Personalmente, me he tenido que ir corriendo a leerme el Informe completo, y no he encontrado ni eso, ni nada que se le parezca a eso. Les adelanto, por si no quieren leerlo entero, que se centren los puntos en los que se trata el asunto de los divorciados vueltos a casar. A saber: del 81 al 94, con parada final en el 105 y 129: aquí lo tienen.  La doctrina sigue siendo la misma de siempre: quien mantiene una convivencia irregular y se niega a cambiar no puede recibir la comunión del Cuerpo de Cristo. ¿Es que podía ser de otra forma Si alguien vive en situación irregular no está en estado de gracia, por lo que no puede acceder a la comunión del Cuerpo de Cristo, para lo que se necesita estar libre de pecado mortal. Ni más ni menos. No es Dios quien tiene que adaptarse al hombre sino al revés. De otra manera, estaremos en lo de Asterix: "Esto de que los dioses se comporten como si fuesen amos tiene que acabarse". Pero me temo que por cada 1.000 lectores de las crónicas a lo Boo puede haber uno que se lea el documento original.

Y así, nos encontramos con otro diario español, La Razón, presuntamente tan respetuoso con la Iglesia como el ABC, que insiste en el mismo y peligroso sendero: "la Iglesia 'acoge y no condena' a divorciados y homosexuales". Pero eso, querido Paco Marhuenda, no es una noticia. La Iglesia nunca ha condenado ni al divorciado ni al homosexual, lo que ha condenado, y siempre condenará, es el divorcio y la homosexualidad. De la misma forma que condena la pobreza y acoge al pobre.

El problema del documento es que parte de una encuesta. Lo cual puede ser muy democrático, pero el Magisterio no se dedica a conseguir consensos sino a sentar criterio. El informe previo al Sínodo se apoya en Humanae Vitae o en la Familiaris Consortio: es decir, que la doctrina no ha cambiado ni puede cambiar, como no cambia la naturaleza humana.


A lo mejor una encuesta no es la mejor forma de decidir en la Iglesia. El Magisterio no se dedica a conseguir consensos sino a sentar criterio

Dicho esto, lo que me chirría en el "instrumemtum laboris', lo que sí dice el documento, se caracteriza por unos edulcoradísimos sentimientos de acogimiento que, como todo lo edulcorado, resulta un poco cursi y empalagoso.

Habla el documento del pernicioso machismo, que lo es, en efecto, pero no menos que el feminismo abortero. Dice también que lo más grave que ocurre en el mundo en el asunto homosexual es la prohibición, incluida pena de cárcel o de muerte de los homosexuales en determinados países del mundo. Y esto es grave, sí, pero lo verdaderamente grave es que en todo el mundo, especialmente en Occidente, el totalitarismo gay se impone con la fuerza del Estado. La aberración homosexual, aquella que, llevada al extremo, haría desaparecer a la especie humana de la faz de la tierra... eso lo más grave que está ocurriendo. No corramos con manguera a las inundaciones ni con barcazas a los incendios.

Hay que acoger a las madres solteras. Claro que sí. Y hay que ayudarles a criar a sus hijos y a salir adelante. Pero en el lenguaje de Cristo: "¿Nadie te ha condenado Yo tampoco te condeno. Vete y, en adelante, no peques más". Al parecer, el 'instrumentum laboris' se ha olvidado de la última parte del Consejo.  

Y todo esto se resume en la historia -historia real- que ya he contado en Hispanidad, la de aquel párroco que se negó a dar la comunión a una mujer que convivía con unos padres divorciados de una primera mujer. Se enfadó muchísimo con el cura, pero al día siguiente volvió y le reconoció que se quería poner en orden con la Iglesia, sobre todo "porque los curas habéis rebajado tanto el nivel que ya no os tomaba en serio".

"Aceptad los hechos sin lágrimas, las obligaciones sin queja". Y menos cursilería. Oiga, que no se juega con las cosas de comer.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com