El movimiento fundado por don Luigi Giussani se ha mostrado en España especialmente beligerante con las opciones que, aún defendiendo la doctrina social de la Iglesia, pueden quitarle votos a la derecha.

Aún recuerdo las primeras elecciones donde se presentaba Familia y Vida, a las que en la publicación de CL se calificó como "reaccionario". Una vez lanzada la piedra, el responsable de CL, en concreto el máximo responsable en España, José Miguel Oriol, se disculpó con la curiosa explicación de que se había empleado el término "reaccionario", como sucedáneo de "reacción"... ante los ataques a la familia y a la vida. Sutil diferencia entre el significado primario de un concepto y su recorrido semántico. Por ejemplo, a partir de ahora, cuando tilde a alguien de comunista aclararé que aludo, no a su condición de ultra izquierdista heredero de un turbio pasado homicida, sino que estoy haciendo referencia a la tendencia del así calificado por poner las cosas en común.

Todo sea por el PP. Como digo, la Compañía de Obras, es decir, el movimiento católico Comunión y Liberación, ha pedido en un comunicado que se vote al Partido Popular en las elecciones municipales y autonómicas del próximo domingo. Y así, tras recordar algunos de los principios no-negociables para un católico en la vida pública, expresadas por Benedicto XVI –y entre los que no se cuenta la "iniciativa social y la libertad económica" que no es la libertad económica, concluye, alegremente que como el objetivo de la Compañía de Obras es hacer obras sociales, el Partido Popular es quien más facilita esa tarea en el territorio (ver párrafo final).

A mí me parece estupendo que el PP gobernante, ofrezca subvenciones a CL para, por ejemplo, abrir colegios. Me parece estupendo, pero no a costa de otros principios no-negociables, en concreto el que el Papa coloca el primero de todos: el derecho a la vida. Verbigracia, Madrid. Si el señor Gallardón y la señora Aguirre ofrecen subvenciones para la enseñanza privada a mí me parece bien (aunque prefiero el cheque escolar), pero no a costa de que el señor Gallardón se haya convertido en el principal expendedor de píldoras abortivas entre adolescentes, o que la señora Aguirre se haya convertido en el principal financiador de las clínicas abortistas, pagando el 20% de los abortos que se perpetran en la capital. No, en esa situación, y aunque me ofrezcan subvenciones o no puedo votar a Gay-ardón ni a Espe-jode-lo-que-somos. ¿Por qué? Porque se trata de un principio… no-negociable.

Es más, servidor considera que mientras no se derrumbe el Partido Popular, los principios cristianos no podrán ser llevados a la práctica, ni tan siquiera defendidos. Ya desde antes de 1996, el PP mantiene la misma política: los católicos no interesan, se les puede vituperar todo lo que nos venga en gana, porque no pueden votar a otros que no seamos nosotros. Y llevamos así 20 años lamiéndonos las heridas.

Por tanto, servidor votará el próximo domingo por Familia y Vida al Ayuntamiento de Madrid (entre otras cosas porque soy candidato, y el pobre Gallardón está temblando) y a Alternativa Española en la Comunidad (FyV se presenta al Ayuntamiento). Ya he dicho cuáles son los partidos cuyo ideario es compatible con los principios no-negociables (vida, familia, libertad de enseñanza y bien común) de Benedicto XVI: Familia y Vida, Solidaridad y Autogestión Internacionalista (SAIn), Alternativa Española (AES), Partido Social Europeo -se presenta esta vez con AES- y la Comunión Tradicionalista y Carlista (CTC). Desde luego, no el PP, un verdadero cáncer para la Doctrina Social de la Iglesia.

Y es que uno ya está un poco cansado del mal menor y el voto útil. ¿Votar a Familia y Vida o a AES es tirar el voto? Depende, depende de para qué se vota. Si de lo que se trata es de conseguir subvenciones para hacer colegios, sí. En ese caso se trata de asegurar la permanencia al mando del presupuesto público de quien te la concederá. Ahora bien, si se trata de ser coherente y de cristianizar la sociedad… entonces lo más útil es votar a quienes cumplen los principios no-negociables, en la confianza de que todos ellos, algún día, unan fuerzas para lograr una mayor representatividad, siguiendo el modelo italiano. En ese país, ante la fragmentación ideológica y la proliferación de partidos políticos, lo que se hizo fue unir a los dos candidatos bajo una serie de principios intocables (los no negociables del Pontífice). Así cada cual es fiel a sus ideas y al mismo tiempo, se puede intentar alcanzar el poder que, estoy de acuerdo con CL, es el objetivo de todo partido político.

Porque de tanto votar con la nariz tapada, se me han hinchado las fosas nasales.

Eulogio López