Miles de alumnos han comenzado ya el curso escolar. Es una buena ocasión para mirar, desde la serenidad y la prudencia de juicio que exige un asunto tan sensible, el futuro inmediato y el medio-largo plazo de la educación en España.
A nadie se le escapa que partimos de una mala situación. La falta de una política de altura en este terreno nos ha llevado a una sucesión de leyes educativas que, o se aplicaron a medias, o no llegaron nunca a aplicarse, o fueron experimentos ideológicos de nefasto recuerdo, que no hicieron sino agravar los problemas que ya existían. Es la hora de rectificar.
Jesús Martínez Madrid