- El presidente del Gobierno no se atreve con las provocaciones de Mas… al menos dos días antes de la consulta.
- Oficialmente, se ha cruzado de brazos, a pesar del nuevo reto de CiU y ERC, quienes involucran a la Generalitat y a los funcionarios en la organización del 9-N.
- Lógico. Sin la Generalitat y sus funcionarios no es posible organizar la consulta pero el Gobierno no la prohíbe (al menos por ahora). ¿En qué quedamos
- En cualquier caso, ¡qué voluntarios más hacendosos y capaces tiene Cataluña!
- Señor Rajoy, no judicialice la política, politice la justicia. Los tribunales no tienen por qué hacer su labor.
Consejo de Ministros del viernes 7 de noviembre. Monotema catalán con un pelín de Infanta Cristina. Más que un Consejo de Ministros, ha sido una tertulia política alrededor de Cataluña. La cosa tuvo su preámbulo cuando, horas antes, el nuevo ministro de Justicia, Rafael Catalá (cara de buena persona la de este muchacho), explicaba que si en la semiconsulta del 9-N no participaba la Generalitat ni los funcionarios de la misma, el Gobierno no tendría nada que decir. Cosa de la sociedad civil y de los voluntarios. Al parecer, la sociedad civil no tiene que cumplir las sentencias. Quizás porque es civil y no militar.
¡Hay que ver de qué voluntarios tan hacendosos y eficientes dispone el soberanismo catalán! Vamos que la Forcadell (no confundir con la monja Forcades, aunque el error es disculpable) y cuatro más te montan en un santiamén un centro de prensa con conexiones satelitales, equipos de cómputo de votos, el ejército de sanitarios, el otro ejército propiamente dicho, el de seguridad, todo ello sin que intervenga ni un sólo funcionario de la Generalitat. Y voy yo, y me lo creo.
Vamos a ver: si el Gobierno hubiera optado por dejar que Artur Mas (en la imagen, con Rajoy) hiciera el ridículo -es un consumado especialista en la materia- y no hubiese recurrido la macroencuesta-semiconsulta, sería entendible esta actitud tancredista, pero una vez que lo hizo tiene que llegar hasta el final. Tiene que evitar un acto que el Tribunal Constitucional, a expensas del propio Gobierno, ha prohibido. Lo que ocurre es que Rajoy es cobarde, y Soraya Sáenz de Santamaría, en su puesta en escena de los viernes, también. Y esa cobardía es aprovechada por el narcisista Artur Más para tensar la cuerda un poco más. Y entonces advierte que la Generalitat sí actuará… como no podía ser de otra forma.
Ojalá pudiera decir aquello de que Rajoy y Mas son como niños. No, son peor: son como adolescentes que no se aguantan ni a sí mismos. Llevan dos años sin llegar a un acuerdo, que ya es decir.
Mientras, la vicepresidenta trata de salvar los trastos, pero ya sabemos que Soraya es mejor retórica que dialéctica. Cada semana de comparecencia ante los medios sólo se diferencia de la anterior en el énfasis -ora regocijante, ora cabreada- que aporta doña Soraya, pero los argumentos son los mismos. No se lo van a creer, pero el viernes 7 nos dijo a todos los plumillas convocados que los gobernantes deben cumplir la ley. Seguramente, Artur Mas desconocía este enunciado.
¡Ah sí!, y que hay más fondos para luchar contra el ébola fuera de España: 20 millones de euros, sólo que sumando partidas ya concedidas, con otras en concesión, con otra comprometidas… Ya saben, la contabilidad acumulativa del Partido Popular.
Y el Consejo de Ministros del viernes 7 de noviembre no ha dado para más. Hombre, si se quería que la atención informativa no se centrara en la Generalitat para mí que han fracasado.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com