- La demagogia de Rubalcaba triunfa en la sala del prensa del Consejo: las cuchillas no arreglan el problema de la inmigración, así que hay quitarlas.
- Fue el naufragio mediático de la vicepresidenta: no supo explicar ni la aplicación de la doctrina Parot, ni la negociación con Cataluña, ni las medias contra la corrupción…
- Una nerviosísima Sáenz de Santamaría defendió un Consejo de Ministros dedicado a los refritos. Por ejemplo, el refrito de la Ley de Navegación.
Rueda de prensa del Consejo de Ministros del 22 de diciembre. Hacía mucho que no se la veía tan nerviosa e irritable a la vicepresidenta primera del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (en la imagen).
Encima, era un consejo de refritos. Ya se sabe que cuando el Gobierno Rajoy no sabe qué anunciar, proclama un trabajo propio de abogados del Estado: una ley de refrito de leyes anteriores, más o menos caducas o de mera adaptación al Derecho Internacional. Por ejemplo, la Ley de Navegación Marítima, jurídicamente un trabajo de titanes jurídicos, políticamente una fruslería. O se crea una comisión para lo mismo, para agilizar las adaptaciones y trasposiciones de la normativa nacional a la europea.
Naturalmente, las preguntas no podían ir por algo tan sexy (que diría el ministro Margallo) como la Ley de Navegación. Y ahí llegó el naufragio de una Soraya que tiene más de retórica que de dialéctica. No supo explicar por qué ha tumbado una proposición bastante lógica de UPyD sobre el cumplimiento de la doctrina Parot, que España está aplicando con singular diligencia.
Tampoco supo explicar el plan contra la corrupción, dentro y fuera de la Ley de Trasparencia. Nada nuevo, pero nuevo lío argumental de Soraya, sobre las negociaciones entre Madrid y Barcelona por el 'problema catalán'.
Y luego las cuchillas de la alambrada de Melilla. Es cierto que el Premio Nobel de la demagogia, secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba (si le das la espalda, te la clava) ha tomado los punzantes objetos como instrumento gráfico mediático para fastidiar al Gobierno, aunque sabe perfectamente que el problema de Melilla no es de inmigración, sino de utilización de unos desesperados por parte de los pocos desesperados marroquíes para penetrar las dos plazas africanas de Ceuta y Melilla.
Pero la demagogia de Rubalcaba cunde y doña Soraya se ahoga en ella.
Eso sí, preguntas más importantes, como el invierno demográfico al que nos encontramos, con un Gobierno poco dispuesto a fomentar la natalidad, de esas ni una. A lo mejor, doña Soraya se hubiera liado más.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com