Confía en el crecimiento del consumo privado para salir de la crisis.
El director de la Oficina Económica del Gobierno, Javier Vallés, ha ofrecido una visión de la situación económica del país y ha mostrado cierto optimismo (aunque manifestarlo le ha costado bastante, con una dicción poco clara y muchas muletillas). Ha ofrecido dos datos para la esperanza, sólo que vistos más de cerca no lo son tanto.
Por un lado, ha hablado del crecimiento del consumo como una de las recetas para salir de la crisis y, para ello, pronosticaba que para el año que viene las tasas de ahorro se reducirán en un 2%, del 18 al 16%, de manera que se incentive así el consumo. Sin embargo, esto parece poco probable en el panorama actual. Desde el Gobierno, en primer lugar, apenas se prevé una caída en la tasa de desempleo, por lo que el número de consumidores no aumentará, y esperar a que lo hagan quienes ya trabajan, teniendo en cuenta el temor al despido y las previsiones poco optimistas en la economía española, hace indicar que va a ser poco probable.
Además, el problema de la deuda en España, no es la deuda pública, aunque se hable de ella continuamente. La verdadera dificultad es la deuda privada. Las familias españolas están endeudadas hasta las cejas, y se consumen para no endeudarse. Lo bonito sería que las personas pudieran consumir sin endeudarse, pero no se puede: hay paro y salarios bajos. La gente ahorra para poder eliminar parte de la deuda que tiene acumulada. Así que con este panorama, confiarse en el consumo para que la economía española salga adelante es bastante espinoso.
Por otro lado, las exportaciones son también un motivo para la esperanza, pero parece un motivo muy pobre, teniendo en cuenta que la competitividad de la economía española está por los suelos, según el último informe del Foro Económico Mundial de Davos.
Así que hasta que la economía europea no arregle por inercia la española, la única receta que ofrece el Gobierno es la del consumo. A ver qué pasa.
Juan María Piñero
juanmaria@hispanidad.com