Los pilares de la paz verdadera son la justicia y esa forma particular del amor que es el perdón. Justicia y perdón no son términos alternativos. El perdón se opone al rencor y a la venganza, no a la justicia. La verdadera paz es obra de la justicia. Es precisamente la paz fundada sobre la justicia y sobre el perdón la que es atacada actualmente por ETA.
Atentando contra personas inermes y desprevenidas, la organización terrorista muestra de modo sobrecogedor el instinto de muerte que la mueve. El terrorismo nace del odio y engendra aislamiento, desconfianza y exclusión. Se basa en el desprecio de la vida del hombre. Precisamente por eso, no sólo comete crímenes intolerables; en sí mismos, en cuanto recurso al terror como estrategia política y económica, es un auténtico crimen contra la humanidad.
Existe un derecho a defenderse del terrorismo. Un derecho que, como cualquier otro, debe atenerse a reglas morales y jurídicas, en la elección tanto de los objetivos como de los medios.
Los atentados de ETA exigen la condena pública del terrorismo, negando a cuantos participan en él cualquier forma de legitimación política o moral. Así se favorecerá la formación de una opinión pública moralmente correcta. Capaz de alcanzar la tranquilidad del orden en la justicia y en la libertad.
La violencia terrorista es contraria a la fe en Dios Creador del hombre; en Dios que lo cuida, lo ama y perdona. La violencia es exactamente lo opuesto al perdón: opta por un beneficio sin demora, pero, a largo plazo, produce perjuicios reales y permanentes.
Clemente Ferrer Roselló
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