Al parecer (CIS), los españoles están muy preocupados con la corrupción. Con la de los políticos, se entiende. Yo también me apunto a la lucha contra la corrupción política, vaya que sí. Incluso estoy dispuesto a rasgarme las vestiduras... porque en muchos casos hay razones para cabrearse.
Ahora bien, dos matices: la primera: ¿sólo los políticos son corruptos o lo somos todos en mayor o menor medida
Lo que quiero decir es que corremos el riesgo de caer en el puritanismo. Si elevamos las exigencias de honradez monetaria hasta los extremos en que las estamos elevando, a lo mejor nos encontramos con que no es posible ser honrado. Y no hablo ahora de los políticos sino de empresarios, trabajadores, profesionales y amas de casa.
Segundo: lo que no puede ser es que el único pecado que exista es el fraude fiscal. Hay otras formas de corromperse aún mas grave. Por ejemplo, el aborto que algunos han elevado al grado de derecho. Por ejemplo, la especulación financiera, absolutamente legal y verdaderamente corrosiva. Por no hablar de las normas liberticidas promulgadas en nombre de nuestra salud y de nuestra seguridad.
La ley positiva debe adecuarse a la ley natural. De otra forma, nos convertiremos en puritanos, una figura bastante triste, propia de las sociedades anglosajonas y nórdicas. Son las mismas sociedades tristes que, ante el debilitamiento de sus principios morales básicos, suspiran por normas legales que les sustituyan. Cuantas más normas, mejor, hasta asfixiar la libertad. Además, es imposible cumplirlas todas.
Eulogio López
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