La desproporcionada reacción de diversos sectores políticos y mediáticos a la condena impuesta por el Tribunal Supremo a Baltasar Garzón, ha convertido este caso en una peligrosa y lamentable causa política, que acrecienta la división social y altera el normal funcionamiento de la vida democrática.
Algunos pretenden revolver las aguas profundas de la sociedad en un momento en que el nuevo Gobierno ofrece una lección de seriedad y rigor. Garzón, que mantenía una permanente altivez ante quienes le han juzgado, es responsable de alimentar las vías paralelas de defensa pública.
Muestra de ello es el comunicado que ha emitido tras la Sentencia. Pero la desaforada y surrealista defensa de Garzón que algunos han emprendido refleja su oposición a las instituciones y al Estado de Derecho cuando no coinciden con sus intereses, el mismo Garzón asegura que el juicio estaba "predeterminado".
Tema de cierta gravedad para un Poder Judicial en el que no creen ni los jueces, al menos algunos de los jueces autodenominados progresistas.
Suso do Madrid