Sin pretenderlo, el PSOE y toda la izquierda radical, han puesto en bandeja al Gobierno el arma más poderosa que podían haber imaginado para desbaratar todo el tinglado ideológico montado en torno al aborto: la defensa del derecho a la maternidad.
Enarbolado como estandarte del "progreso", esa izquierda ha defendido el aborto como un derecho supremo de la mujer sin darse cuenta de que el deseo más íntimo de toda mujer, ignorado por las feministas, es el de ser madre.
En este sentido, toda la ideología de género asumida por el socialismo, viene a convertir a la mujer en un mero objeto sexual, justo lo contrario de lo que parecía combatir en defensa de su dignidad. En otras palabras, esta izquierda que proclama a los cuatro vientos su rechazo a toda vinculación moral que no sea la suya propia, ha considerado que el aborto ponía la guinda a la "revolución femenina", iniciada con la aparición de la famosa píldora anticonceptiva.
El objetivo de esta revolución no ha sido otro que garantizar el "sexo seguro", uno de los fundamentos de la ideología de género que aspira a igualar la mujer con el hombre en el terreno sexual, liberando a la mujer de toda responsabilidad física y moral frente a las consecuencias del uso del sexo.
Como toda la imaginación científica y técnica destinada a evitar los embarazos no deseados ha resultado un fracaso, era necesario legalizar el aborto mediante una ley de plazos que, a fin de cuentas, hiciera innecesario cualquier pretexto para realizarlo. Esa es la ley promulgada por la izquierda en la última legislatura de Zapatero.
Jesús Domingo Martínez