La moratoria nuclear de González y el desarrollo sostenible de ZP, perpetúan la dependencia energética española y su carestía. Todo depende de Garoña: si se prohíbe la ampliación de 38 a 48 años, el sector no invertirá en nucleares. Francia, feliz con el ecológico Zapatero. El programa electoral del PSOE certifica el adagio: Progresismo=más impuestos. Iberdrola y Endesa le hacen el juego al Gobierno en busca de subvenciones públicas
No parece haber remedio. A mediodía del martes, le presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, entraba en éxtasis ecológico, tras inaugurar un huertecillo solar en el palacio deY lo que no es menos importante: la energía atómica continúa siendo vital para el suministro en España. Buena prueba de ello es que el "factor de carga" -cociente entre la energía que produce una central y la que potencialmente puede producir- fue del 88,2% en 2006, un año muy lluvioso y que ya contaba con un aceptable parque de ciclos combinados y de molinillos. Dicho de otra forma: el denostado parque nuclear continúa siendo imprescindible.
No sólo eso, ese parque que ZP se empeña en desmantelar -algo que en las eléctricas siempre sin levantar la voz para no irritar al poder se califica de suicidio- contribuiría a detener cambio climático. Cara al efecto invernadero y al calentamiento global, la energía atómica es la más limpia de todas.
Los expertos convocados por ZP, dentro de su campaña electoral, concluyen que todos debemos consumir menos energía para reducir el calentamiento global. Menos, y más cara. Cierto, sólo que su trabajo con el PSOE se está realizando desde la premisa de partida del no a la energía nuclear, un apriorismo realizado por razones ideológicas -la energía nuclear no es progresista-. ZP tuvo que desmentir la exclusiva que hoy lanzaba el diario El País, en el sentido de que se gravarían los carburantes con un céntimo de euro, pero no ha negado que pretenda crear una Vicepresidencia del Desarrollo Sostenible y, sobre todo, el intento de cerrar paulatinamente los ciclos nucleares.
El calendario de vida útil de las centrales españolas es alargado, pero también lo es el proceso de puesta en marcha de nuevos ciclos o de prorrogar los actuales. Así, Felipe González, decretó la moratoria por razones políticas -moratoria que hemos ido pagando vía impuestos-, Aznar la mantuvo, acomplejado por lo políticamente correcto, y ZP llega a más: quiere cerrarlos o, al menos, no prorrogar.
Y así, mientras Francia le vende la nueva generación de reactores nucleares a China, a Marruecos y a Argelia (lo que convertirá a España en una onerosa isla para los nativos, en medio de una mar de energía nuclear, sólo que ajena) el Gobierno hace todo lo posible para no renovar Santa María de Garoña (Burgos), cuyo ciclo de vida de 38 años vence en 2009. Recientemente, la propia presidente del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), Carmen Martínez Ten, explica en el Congreso que no tomará una decisión hasta primeros de 2009, meses antes de que venza el periodo de vida actual. Se trata de un proceso de trabajo que dura 7 años, y el CSN leva con ello desde 2006, en que Garoña entregó el primer informe. Como se sabe, el permiso para prorrogar la vida útil de una central funciona así: si el CSN dice que no es segura, es decir, si dice "no", el Gobierno no puede decir sí. Sin embargo, si el CSN dice sí -y todo indica que es lo que dirá- el Gobierno puede decir no por razones políticas. Por eso, a 15 meses vista, llama la atención la frivolidad con la que fuentes gubernamentales -entre ellas la misma vicepresidenta primera del Congreso, Teresa Fernández de la Vega- hablan de la no renovación. Desde luego, la infraestructura gasista vasca, que tiene en Garoña a su principal competidor, esta feliz. Por pura casualidad.
El diputado de nacionalista vasco, Emilio Olavarría, es el que una y otra vez habla de la escasa seguridad que, según él, posee la central de Garoña.
Por cierto, durante su comparecencia, la propia Martínez Ten, aclaró los avances que se habían realizado en el tratamiento de residuos, ahora mucho menos temibles por las nuevas tecnologías.
A todo esto, ¿de quién son las centrales nucleares españolas? Pues son de Endesa e Iberdrola, como la propia Garoña 50/50. Entonces, ¿cómo es que no ponen el grito en el cielo ante una política gubernamental sencillamente ruinoso? Muy sencillo. Iberdrola hace reactores nucleares en Rumanía, pero corporativamente juega a ser la empresa de la energía verde, la primera potencia eólica mundial y la que más subvenciones públicas ha recibido. Endesa está ahora presidida por José Manuel Entrecanales, es decir, por Acciona. Si Iberdrola es el líder de energía eólica subvencionada, Acciona se lleva la medalla de plata. Ni una ni otra quieren enfrentarse a un Gobierno que, por razones electorales, está dispuesto a seguir repartiendo subvenciones por energía eólica, biomasa y solar. Además, como puede verse en el cuadro adjunto, salvo Garoña, el resto de las centrales vencen a la vuelta de varios lustros.
El problema, claro, es que para poner en marcha una central nuclear también se precisan muchos años, y que ningún inversor trabaja a largo plazo con gobiernos como el de ZP, cerrado a la energía nuclear ¡en nombre del calentamiento global! Desde luego, si Garoña se cierra, el sector no invertirá un euro: dejará que el parque nuclear muera por consunción. En todo esto se dan actitudes tan curiosas como la del presidente de Iberdrola, Ignacio S. Galán: el campeón de la energía eólica es un convencido de que la clave del progreso está en la energía nuclear. Sólo que no está dispuesto a reconocerlo.
Mientras tanto, los franceses están felices. Nos están vendiendo reactores a Marruecos, Argelia y hasta a la China). Su energía nuclear les permite no pagar derechos de emisión de CO2, mientras los españoles sí que tendremos que hacerlo. Además, producen energía barata para sus particulares y para su industria, uno de los principales puntales de competitividad de la industria francesa, y sin tener que subvencionar a los ricos franceses con los impuestos de todos. En cualquier caso, Sarkozy está feliz con el ecológico ZP.
Conclusión: la lucha contra el cambio climático vuelve a mostrar que la economía progresista significa, ante todo, más impuestos. Si lo quieren de otra forma: la moratoria nuclear de González, los complejos de Aznar y el desarrollo sostenible de ZP, perpetúan la dependencia energética española y su carestía.