Desde 2003, el Gobierno venezolano de Hugo Chávez practica un estricto control de cambios. Además, el 70% del consumo venezolano proviene de las importaciones, lo que hace a su economía seriamente dependiente del exterior. El modelo se sostiene sobre la base de un petróleo alto, que permite obtener divisas suficientes para sostener el desequilibrio comercial.
Los ingresos petrolíferos también facilitan la práctica de una política social e incluso de la compra de votos. Según el cardenal Rosalio José Castillo Lara, el Gobierno habría comprado votos por 50 ó 60 dólares. Aunque la compra de votos no es el único factor del "triunfo" chavista. Su permanente "encadenamiento televisivo" es, probablemente, el factor clave que explica los resultados.
Chávez argumenta que los medios distorsionan la realidad del Gobierno y que es mucho mejor que informe él directamente, evitando intermediarios. Dicho y hecho. Hace uso de la potestad de "encadenar", es decir, de obligar a todas las radios y televisiones, sean públicas o privadas, a emitir el mensaje que quiere emitir.
El uso de la potestad ‘encadenatoria' -usada por SM el Rey en el discurso de Navidad- se ha convertido en abuso de un Chávez que echa mano de la propaganda todos los días, durante al menos una hora, en su programa televisión "Aló, presidente". Durante todo ese tiempo, mantiene a todo su gabinete en antena para resolver las dudas de los televidentes. A quien no tiene lavadora se la consigue, a quien no tiene casa, le regalan una. O sea, "dios". Y en un pueblo con un escaso índice de lectura de prensa, el mensaje populista diario cala. Lo malo es que con tanto programa Chávez no debe de tener tiempo para gobernar.
Y pobre de aquel que opte por desencadenarse. La muy liberal comisión "independiente" del mercado audiovisual -copiada del modelo británico, pero "chavistizada"- clausurará de manera inmediata la licencia. Un escándalo. El 11 de abril de 2002, cuando la oposición se manifestaba en la puerta del Palacio de Miraflores y la policía disolvía de manera violenta las manifestaciones populares, Hugo Chávez hablaba en la televisión sobre "sus" cosas, impidiendo que la ciudadanía conociera la realidad a través de los medios.
Finalmente, un canal optó por dividir la pantalla en dos mitades y retransmitir sin voz los sucesos de Miraflores. Fue suspendido. Ese es el "clima de libertad y respeto democrático", que alaba nuestro Gobierno ZP. Chapeau. Todo sea por el antiamericanismo.