Afortunadamente para los que preferimos el cine intimista al de acción existen directores como Jean Becker. Un cineasta que apuesta por personajes llenos de humanismo como los que aparecían en su aclamada La fortuna de vivir.

Tras haber conseguido cierto prestigio en París, un pintor quincuagenario se instala en su pueblo natal, situado en la Francia olvidada y profunda. Allí contrata para que le cultive su huerto a un antiguo amigo de la escuela. Pronto el jardinero asombrará al pintor por su franqueza, su bondad y su sencillez, al mismo tiempo que le aportará una nueva visión del mundo, muy alejada de la pretenciosidad que rodea el mundo del arte.

Basado en un relato de Henri Cueco, Conversaciones con mi jardinero es un canto a la amistad y a la vida "auténtica". Una película de personajes, en las que la palabra prima por encima de la acción, que muestra a un hombre ingenuo, poseedor de un gran sentido común y capaz de ser feliz con muy pocas cosas materiales. Con unos diálogos magníficos, esta "pequeña historia" (apoyada prácticamente en los dos personajes) supone para el espectador un soplo de aire fresco frente a tanto cine vacío que llega a nuestras carteleras.

Magistral la interpretación de Jean Pierre Darroussin, en el papel del jardinero, que se complementa muy bien con Daniel Auteuil, que encarna al pintor. La película alterna escenas realmente graciosas (como la del funeral) con otras agridulces como la que discurre durante la pesca en el río.

Por tanto, Conversaciones con mi jardinero resulta una opción super apropiada para los que gusten de historias conmovedoras de ritmo sosegado.

Para: Los que amen el buen cine