El acuerdo no se consiguió hasta casi entrada la madrugada del jueves 16. El presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, anunciaban que habría desafío español en la Copa América: un barco que competirá bajo la denominación Iberdrola, principal patrocinador del invento.

Fue una noche de soluciones salomónicas, y hasta algo forzadas. Por ejemplo, rozando la normativa de la Copa América, no será un club náutico quien presente el desafío español sino la propia Federación Española de Vela. De esta manera, queda neutralizada la eterna pugna entre el Club Náutico de Barcelona y el Club Náutico de Valencia. Por la misma razón, el enfrentamiento entre Agustín Zulueta y Pedro Campos y Calvo Sotelo por la dirección deportiva (enfrentamiento que ha llegado a sacar de quicio a políticos y patrocinadores) queda solucionado de la siguiente forma: habrá un director deportivo llamado Agustín Zulueta (el preferido por el sector y por las empresas que esponsorizan), pero la dirección deportiva será colegiada y en ella participará Pedro Campos y Calvo Sotelo.

Lo que también ha quedado claro es que la gestión económica, a fin de evitar sorpresas de cualquier tipo, la llevará Iberdrola. La compañía eléctrica nombrará a un gestor y aportará 20 millones de euros al desafío, Cajamadrid 9 millones y también colaborarán, en menor medida, Mahou y la firma de ropa deportiva Quebramar. De cualquier forma, no se llega ni de lejos al mínimo de 60 millones de euros que cuesta cada desafío en la Copa América. En otras palabras, se precisan más patrocinadores.

Para la Comunidad Valenciana y para el Ayuntamiento de la ciudad del Turia resultaba imprescindible la participación de un barco español. Y lo de menos es el aspecto deportivo en la Copa América, lo de más es toda la remodelación urbanística de Valencia, casualmente la ciudad donde menos habían subido los precios hasta que se anunció la celebración de tan importante competición deportiva.