El todavía ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, es un llorón. Afirma en una entrevista que desde que es ministro no ha tenido ni un solo día alegre. Vamos, que entre la inmigración y el paro le han amargado la existencia. Lo que hay que escuchar. ¿Significa eso que ha hecho el petate para Cataluña después de tanto sufrimiento? Por otra parte, si tanto sufría, ¿por qué no optó por presentar su dimisión?
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com