El ex consejero delegado del Santander es amigo personal de Thierry Desmarest, presidente de Total. La petrolera francesa quiere cambiar al presidente de Cepsa, Carlos Pérez de Bricio. El sueño de Florentino Pérez comprará el paquete del SCH siempre que Total acepte compartir la gestión con él. Esa es una opción que gusta al Ejecutivo Zapatero, deseoso de no perder el control sobre un importante suministrador de energía a España. Lo que está claro es que Botín desaparecerá de Cepsa
A sus 78 años de edad, Pérez de Bricio ha convertido a la petrolera Cepsa en una de las empresas más rentables del sector, con reservas de crudo y gas, gran potencial inversor, recórds de beneficios, remuneración adecuada de los consejeros, es decir, modesta, y creación, en lugar de destrucción, de puestos de trabajo. A pesar de su buen estado de salud y de sus largas jornadas de trabajo, tiene el defecto tremendo de aproximarse a los 80 años, algo sencillamente imperdonable. Por eso, ahora que está a punto de terminar la batalla entre la petrolera francesa Total cuarta del mundo- y el SCH, los franceses quieren retirarle y asumir la gestión.
Cuando se aplique el laudo arbitral, la empresa Total poseerá 49,6% de las acciones de Cepsa por un 10% de sus socios Abu Dhabi. Por el contrario, el SCH tendría un 30% por un 5% de Unión Fenosa. También con el laudo se rompe el espíritu de Somaen II, por la que Total era el máximo accionista, pero gestionaba el Santander. Dicho de otra forma, tras el laudo, los franceses se preparaban para asumir el poder.
Ahora bien, es peligroso convertir a Cepsa en Total España SA. En un negocio como el petrolero es prudente mantener buenas relaciones con el gobierno del país donde operas. Y ahí es donde surge el tándem Alfredo Sáenz-Florentino Pérez. Pérez controla ya Fenosa y su amigo Sáenz está empeñado en venderle la participación del Santander en Cepsa. Y Florentino está dispuesto a comprarla, en serio, con una única condición: que los franceses acepten compartir la gestión con Fenosa, es decir, con ACS.
Y en esas estábamos cuando surge el ex consejero delegado del Santander, Ángel Corcóstegui, el mismo que cobrara 110 millones de euros por marcharse del banco. Corcóstegui se ha postulado como presidente de Cepsa en representación no de Fenosa, sino de los franceses, que no en vano es amigo personal del presidente de Total, Thierry Desmarest. Una solución ideal para los franceses, a los que nadie podría acusar de chauvinismo, muy vendible ante el Gobierno Zapatero por permitir que un español siguiera al frente de Cepsa y más o menos aceptable por Florentino Pérez siempre que la consejería delegada de la petrolera fuera para Fenosa. Aunque, no lo duden, el que quedaría más contento sería Ángel Corcóstegui.