Hay quien se obstina en relativizar o cuestionar el peso de la religión católica no ya en la historia del país, sino en la España del siglo XXI.
Los partidos radicales y laicistas se enrocan en discursos anticlericales -el último el mismos día que el CIS hacía público un informe- con la convicción de que lograrán réditos políticos. Es un error congénito que se traduce en fracaso tras fracaso porque las falacias se estrellan contra la verdad, la labor de la Iglesia y contra la razón de la gente.
A principios de mes, el CIS informó de que el número de católicos en España ha crecido, hasta alcanzar el 72,4 % de la población.
Lluis Esquena Romaguera