Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la actividad industrial española sufrió un avance del 1,4% en el primer trimestre al 2,4% en el segundo trimestre. Curiosamente, este proceso se produce en medio de la amenaza de deslocalización industrial en un efecto de reacción parecido al que se vive en el resto de
Por su parte, el sector servicios observa una pequeña desaceleración. Deja de crecer un 3,2% del primer trimestre para hacerlo un 2,9% en el segundo. La crisis del turismo está detrás de este descenso en un sector clave de la actividad económica occidental. Probablemente, las empresas turísticas deben de aplicar un plan de choque similar a las industriales ante la amenaza -también existente- de la deslocalización de la demanda turística.
Además, en la línea en que se venía produciendo en los últimos trimestres, el sector primario experimenta en el segundo trimestre un descenso del 0,8%. La tendencia probablemente sea creciente a raíz del recorte de subvenciones comunitarias al campo español, seriamente dependiente de las ayudas públicas.
En conjunto, el PIB español creció un 2,6% interanual en el segundo trimestre, una décima menos que el trimestre anterior, según datos revisados el martes 31 de agosto por el INE. Esta tendencia apunta a la dificultad de finalizar el año con el crecimiento previsto del 2,8% y, sobre todo, la distancia del crecimiento del 3% pronosticado por el Ejecutivo para el próximo ejercicio.
La demanda interna sigue empujando del PIB, aunque en el segundo trimestre lo hace 3 décimas menos, hasta el 3,6%. La fortaleza de la demanda interna se debe, sobre todo, a la inversión, especialmente en bienes de equipo y bienes duraderos. La construcción experimenta una leve desaceleración pasando del 4,3 del primer trimestre al 4,2 del segundo. El consumo privado también se desacelera una décima pasando al 3,2%. Por contra, el gasto público continúa su tendencia alcista creciendo un 4,3%. ¿Política keynesiana?
El peor dato, sin duda, es el del empeoramiento de nuestra balanza exterior. Durante el segundo trimestre, ésta decrece un 1,3% frente al impacto negativo del 0,9% del trimestre anterior. Y es que nuestras exportaciones aumentan tan sólo un 4,7% frente al 5,5% del trimestre anterior, mientras que las importaciones pasan de un crecimiento del 7,8% al 8,1% del segundo trimestre. El resultado es una balanza de pagos crecientemente descompensada, a pesar de la ligera mejora de la productividad española. Esta es la gran asignatura pendiente a la que el Ejecutivo deberá hacer frente en el futuro.