1. Que HSBC sigue teniendo mal fario en sus actividades en el mercado español: tituliza unos créditos hipotecarios, otros a estudiantes y otros de tarjeta de ídem, con el escarnio de la diversificación geográfica, y consigue que su agencia de rating de cabecera le otorgue una calificación "pipuda" para vender en mercado paleto. HSBC no es el único emisor de titulizaciones chungas, pero es el que sale en esta historia.
2. Que el gestor (del fondo monetario de la gestora del banco suizo) invirtió parte del dinero de ese fondo, que sólo debía pretender un 3% con máxima seguridad de principal, en los títulos diseñados por HSBC y otros similares de mayor riesgo de principal. Es una infracción (habría que -ver los estatutos-. Ergo, por lo menos. El gestor es culposo por exceso de celo.
3. Que, al parecer, una vez conocida la degradación del rating de la posición erróneamente adquirida, se ha seguido valorando como si no hubiera pasado nada en espera de un milagro que al final no ha llegado. Y lo que es peor, para mantener la normalidad se han admitido nuevos partícipes que, de paso, diluyen la pérdida inicial entre más volumen. Clientes que no querían sustos y a los que se acaba de dar un susto terrorífico. No digo que los gerentes madrileños de la prestigiosa entidad de banca privada suiza hicieran algo ilegal -eso es tarea de los jueces-, pero a mí me parece inmoral.
4. Que la CNMV entiende su función de árbitro como la de un espectador curioso que tiene entrada de campo y puede así divertirse siguiendo el partido de cerca y comprobando lo pesada que sería la tarea de un árbitro que hiciera cumplir las normas para proteger al público.
Ahora bien, cuando un gestor de ahorros, un intermediario, un broker, mete la pata, puede hacer tres cosas:
1. Asumir el coste de las pérdidas provocadas por no haber invertido donde estaba pactado con el cliente, como acaba de hacer Dresdner la semana pasada y tantas otras entidades financieras serias anteriormente.
2. No reconocerlo, como en Gescartera, y seguir atrayendo nuevos clientes con los que pagar réditos a los antiguos, retrasando el estallido.
3. Optar por un camino más sibilino, una especie de mezcla de los otros dos: adelantarse a denunciar el asunto ocultando los implicados reales y, sobre todo, las implicaciones reales (pero de recomprar los títulos nada).
Como decíamos en nuestra pasada edición, los gerentes madrileños de la prestigiosa entidad de banca privada suiza han preferido perder prestigio a perder dinero. Para ello, filtran a la prensa una historia de lo que ha ocurrido, según la técnica de decir la verdad, nada más que la verdad... pero no toda la verdad.
Y la CNMV, cuánta profesionalidad, ha corrido a situarse a la cabeza de una manifestación que ella no ha convocado... como era su deber. Más vale tarde que nunca, porque Credit Suisse España no es la única gestora de fondos que ha asumido riesgos -ya veremos si contra la voluntad de sus clientes- en productos financieros especulativos. Ya es hora de que don Julio Segura y don Carlos Arenillas, dos desastres con patas, aunque eso sí, fidelísimos al PSOE, se dediquen a aquello para lo que les pagan: para proteger al inversor del intermediario codicioso -de dinero o de gloria o de todo-, no al revés.
Insisto: la crisis actual no es sólo de las ‘subprime', sino de la burbuja especulativa de productos financieros-basura creados sobre ‘subprimes', o incluso sobre otros instrumentos que también cambian de técnica pero no de intenciones aviesas.
A esto se refería el presidente del BBVA, Francisco González, cuando confesaba, días atrás, que estábamos abocados a una cascada de demandas. Dicho de otra forma: Usted me vendió mercancía averiada para recolocarla como si fuese de primera y yo se la compré, luego yo no hice lo que me había encargado el cliente y es el cliente quien ha perdido sus ahorros...
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com