Como se dispara el número de divorcios se mantiene la necesidad de vivienda. El esfuerzo de compra ha subido desde 2005, pero aún está por debajo de 1993
Por otra parte, la famosa crisis de la vivienda no aparece en el horizonte. Es verdad que las viviendas iniciadas en 2006 fueron 760.000 y las terminadas 586.000, pero el ritmo de construcción es difícil que decrezca, porque las cuentas son éstas: el crecimiento vegetativo de España, al menos hasta 2012, cuando comience a notarse otro brusco descenso de natalidad, precisa de 350.000 viviendas anuales. A ello hay que añadir los 150.000 divorcios, lo que nos sitúa en lo más alto, medalla de oro, de la cúspide europea de matrimonios rotos. Unas 75.000 viviendas más reclaman los inmigrantes y otras 50.000 los pensionistas, generalmente europeos, que quieren poner al sol sus talludos huesos.
Nos divorciamos mucho y tenemos pocos hijos, lo que implica que el número de persona por hogar ha ido descendiendo durante las dos últimas décadas hasta los actuales 2,8 personas por hogar. En definitiva, más necesidad de vivienda. Y aún no agotamos el recorrido, porque los europeos comenzaron su crisis familiar antes que nosotros, y no hemos alcanzado su media: 2,5 personas por hogar: más necesidad de techo.
Según las cifras que acaba de publicar la promotora Vallehermoso (ver páginas 10-20) puede comprobarse que el cociente de esfuerzo (página 17), que mide la diferencia entre salario medio y pago medio por hipoteca no es tan alto como cabría esperar. Está en el 42% y subiendo con fuerza desde 2005, fecha en que los tipos de interés flexionan descaradamente al alza. Ahora bien, el ratio de esfuerzo está aún en el 42%, la misma cifra de 1994, y nada que ver con el 63-64% de 1991-92.
Por lo demás, la crisis de morosidad realmente llegará cuando caiga bruscamente el PIB y, sobre todo, cuando se eleve el paro. El registrado llega dos meses consecutivos la alza, porque el piso es lo último que le español deja de pagar.
Así que la crisis de la construcción, por el momento, se queda en un ajuste suave. Otra cosa distinta es que ningún Gobierno logre atajar el aumento disparatado de precios que hipoteca las familias españolas.