Después de la sentencia del Tribunal de derechos humanos de Estrasburgo sobre el crucifijo en las escuelas, supongo que muchos padres podrán exigir que no se celebre la fiesta de Halloween en el colegio de sus hijos si consideran que es una expresión de neopaganismo.
Igualmente en algunos colegios catalanes en los que de vez en cuando aparecen banderas independentistas, las familias que no sean partidarias de la independencia estarán en su derecho de demandar que se retiren.
¿Podrán también los republicanos que hay en este país protestar si el retrato del Rey preside las clases de sus hijos?
Antonio García Ramoneda