En España, un 26% de los católicos vota al Partido Popular, por un 25% al PSOE. Si establecemos paralelismos y comparaciones (siempre tan simples, siempre tan gráficos), el PSOE norteamericano serían los demócratas de John Kerry y el PP gringo serían los republicanos de George Bush. Pues bien, en USA la tendencia se invierte, aunque poco: el 46% de los católicos vota demócrata, mientras el 41% dice votar republicano. En parte, porque los hispanos son católicos y los hispanos han votado tradicionalmente demócrata, no más abiertos a la inmigración que los republicanos pero más dispuestos a aceptar a otros colectivos ajenos al sistema WASP.
Vamos con los candidatos. George Bush no es católico pero defiende muchos principios de la Iglesia, como la vida humana desde la concepción, la familia natural, etc. Como diría Aznar: puede no ser un tipo culto, pero tiene las ideas muy claras. Por eso, se le odia tanto. John Kerry, por el contrario, se manifiesta católico, pero ha decidido establecer su propio credo, sus propios mandamientos y su propia doctrina: es más abortista que nadie, defiende el matrimonio gay y se le nota los millones de su esposa hasta en los andares. Eso sí, como tantos católicos, ha decidido hacerse una religión a la carta. Por ello, y por fastidiar, John Kerry se plantó el Domingo de Resurrección en una iglesia progresista (es decir, una iglesia cuyo señor párroco hace lo que le viene en gana) y comulgó. Todo ello pese a la insistencia de los obispos norteamericanos en que quien públicamente defienda posturas que atentan contra la doctrina no debe comulgar. Pero eso al esposo de la reina del ketchup le importa una higa: él está con el pueblo y el pueblo manda más que el Papa. Lo cual no deja de recordar aquello de que quien come indignamente el Cuerpo de Cristo se traga su propia condenación (no habla de condenación política, se trata de otra cosa).
Bush puede ser un cismático, un hereje y hasta un belicista, pero Kerry es algo mucho peor: es un coñazo con ganas de fastidiar. Porque a nadie se le obliga a ser católico, condición, por lo demás, bastante exigente. Pero si eres católico debes obedecer a la Iglesia y no jugar con las cosas de comer. A fin de cuentas, se presenta a las elecciones presidenciales norteamericanas, no a las elecciones papales vaticanas.
Eulogio López