¿Iría a la guerra en defensa del territorio nacional y de los españoles más patriotas, hoy más abandonados por todos, como son ceutíes y melillenses? Porque será que la mayoría de los españoles responderían de una de estas dos formas:
1. No, no lo haría, pactaría y cedería.
2. Se trata de que no se plantee esa situación.
La segunda obedece al votante zapatista, pero resulta menos resolutiva que la primera.
Insisto en que no me gustan las huelgas de hambre, aunque sienta la instintiva simpatía por unos saharauis que, en efecto, han sido masacrados por un monarca más retorcido que una viruta, que mantiene en Marruecos una tiranía disfrazada de democracia y con un fortísimo odio hacia España. El suicidio es el peor de los homicidios y opera como un chantaje sobre España. Haidar dice que España debería presionar a Marruecos y no a ella. Pues no. Con su actitud hace recargar sobre España una responsabilidad que se debe al Rey de Marruecos, entonces Hassan II, que presionó a una España en pleno cambio de régimen utilizando a su pueblo como escudo, en la vergonzosa Marcha Verde y, ojo, a los propios polisarios, aliados con Marruecos para expulsar a España y que ahora exigen a España que se enfrente en su nombre a Marruecos.
Dicho esto, ZP debería saber, aunque es incapaz dado que se trata de un político cobarde, que confunde la paz con el pacifismo, es decir, con la claudicación y al que la única guerra que le gusta es la guerra civil, que tiene una quinta columna en casa. Quinta columna en los propios regulares ceutíes, cuya nacionalidad española pesa menos que su origen marroquí y que en caso de conflicto su lealtad se irá con Mohamed VI y un gueto marroquí residente en la península que es anti-español.
Con la dictadura de Rabat es imprescindible mayor firmeza. El Perejil fue una anécdota pero se le intentó parar los pies al tirano del sur, que no pretendía poner a prueba al Gobierno Aznar. Lo que ocurre es que muchos socialistas piensan ahora que si el 11-M vino de Marruecos -algo sobre lo que, a estas alturas, pocos albergan ya dudas- resultó la venganza del déspota que rige Marruecos. Un tirano al que nunca se calmará con gestos porque no entiende ese lenguaje.
Al mismo tiempo, es vital que las fuerzas militares destacadas en las dos plazas africanas no sean en un tanto por ciento que supera el tercio, de lealtad dudosa. Ya nos han traicionado reiteradamente durante el siglo XX. Respecto a la población civil marroquí residente en España, no se trata de cerrar las fronteras que sería, en efecto, una política xenófoba. Para un cristiano, no cabe otra postura que la de las fronteras abiertas pero mientras el inmigrante respete a las culturas y las costumbres del país que le acoge. Es decir, lo mismo que hace el régimen de Rabat con los extranjeros, y eso que las costumbres locales del Islam en muchas ocasiones resultan claramente atentatorias contra la libertad. Por ejemplo, en el caso del respeto debido a la mujer o a los cristianos practicantes.
Porque alguna vez tendremos que enseñarle los dientes a Mohamed VI, un tirano que sólo entiende la firmeza.
Como muestra, un botón: su ministro de Exteriores, Taieb Fassi Fihri amenazaba (mañana del lunes 7 en Bruselas) con romper los acuerdos con España sobre Emigración. En plata, está amenazando con echarnos encima a todos los emigrantes que sobreviven en las fronteras de Ceuta y Melilla o que pretenden coger una patera para pasar de Marruecos a España. Mohamed VI quiere utilizar carne humana para fastidiar al odiado reino del norte. No sería la primera vez. A un señor así, ¿qué le importa que Haidar se muera de hambre?
Eulogio López
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