Lo cierto es que las cajas no son peores entidades que los bancos: los han hecho peores. Martín lanza el dardo: el capital público no debe apoyar a entidades no viables. Y, para el conjunto del sistema, se apunta al tópico: menos bancos y cada vez más grandes.
Miguel Martín es el presidente de la patronal bancaria AEB. Antes fue director general de Inspección del Banco de España y subgobernador del instituto, el hombre que, junto al fallecido Luis Ángel Rojo, intervino el Banesto de Mario Conde.
La desconfianza sobre la banca no es sobre la banca española sino sobre el conjunto de la banca europea. "El gran problema de la banca europea es su dependencia de los mercados al por mayor. Nota de los últimos 15 ó 20 años en el sistema financiero mundial. Cada vez más, los bancos dependen de los mercados para financiarse". ¿Y esto por qué? Pues porque la banca continental europea depende de estos mercados, que han sabido atraerse el ahorro mundial, especialmente a través de los fondos de inversión y de pensiones, mucho más que los bancos estadounidenses, nipones y británicos.
Ahora bien, el problema es que la banca europea, especialmente la española, no ha sido una banca de inversión, es decir, banca repugnantemente corporativa. Ha cumplido el valor social de ejercer de medios de pagos para familias y empresas -sobre todo a las cajas de ahorros- así como ejercer el multiplicador bancario, que fue lo que dio origen a la banca. Pues bien, olvídense de todo eso. Ahora, Basilea III, de que todos los bancos sean grandes. ¿El ideal de los amantes del tópico financiero actual? Un oligopolio de grandes bancos. ¡Qué horror!
Poco importa el depositante y el crédito al por menor. Lo que importa es la liquidez, y la "exuberancia irracional de los mercados": para eso están los gobiernos, para emitir deuda pública a mansalva, y los bancos centrales para crear liquidez artificial.
Pero esto lo digo yo, no Miguel Martín. El presidente de la AEB -quizás no le queda otro remedio por razón de cargo- se aferra a lo que hay: la solución ante la falta de capital de las entidades es inyectar capital a lo bestia. O sea, Basilea III: un banco bueno ya no es el que tiene poca mora sino el que tiene mucho capital: ¡Viva lo grande!
Es decir, Martín acepta el tópico: hay que capitalizar las entidades, todo debe ser grande. Eso, naturalmente, nos lleva al oligopolio: cada vez menos bancos, cada vez más grandes.
Vamos con las cajas de ahorros, tema favorito de don Miguel Martín, "las cajas de ahorros son responsables de lo que les ocurre". La verdad es que las cajas de ahorros tienen la misma mora que la banca española y, con excepciones, eran tan solventes y rentables como la banca. Digo 'eran', porque en finanzas la imagen crea la realidad: ha sido el Gobierno Zapatero, con la connivencia de PP, y el Banco de España quienes han destrozado la imagen de las cajas de ahorros en su empeño por convertirlas en bancos. Y también con la connivencia de los propios cajeros, que están deseando convertirse en banqueros para cobrar más.
Incluso les han obligado a aplicar la bestialidad de Basilea III por anticipado. Así no aguanta ni el HSBC, por hablar del primer banco del mundo.
Martín no se corta. Cuantas menos cajas de ahorros haya, mejor. Eso sí, cuando Hispanidad le pregunta si hay cajas de ahorros inviables que no deban recibir dinero público, se sale por la tangente: "Ahora lo que hay son cajas que necesitan ayuda".
Si pasamos de España a Europa, Martín recuerda una cita del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet: "Existen dos clases de países, los que respetan las reglas del juego, que prosperan, y los que no respetan las reglas del juego, que sufren dificultades y, encima, contaminan a los demás".
Para Martín, esto es injusto. La crisis es de todos. Lo cierto es que países como Alemania y Francia se han aprovechado de la entrada en vigor del euro y han impuesto las reglas, mientras que otros, como España, se han visto perjudicados. La entrada del euro ha provocado que en España, por ejemplo, hayamos homologado los precios con Europa pero no los salarios. Es decir, con la entrada en vigor del euro Alemania se ha enriquecido mientras España se ha empobrecido.
Para España, Miguel Martín tiene que hacer lo que él llama la devaluación interna para poder permanecer en el euro. ¿Qué es eso? Pues apretarse el cinturón, más ajustes.
Y todo esto lo dice un rico que defiende sus intereses. No, por cierto, Martín no es rico y es honrado a carta cabal. Pero eso es lo malo: que, de buena fe está defendiendo los intereses de los poderosos. Esto es lo más triste porque el oligopolio se apoya en estos técnicos de prestigio.
Eso sí, una apreciación interesante: se está magnificando la deuda de las comunidades autónomas... pero el problema no es la deuda, sino el déficit. Ninguna comunidad autónoma debería tener déficit, pues lo suyo es prestar servicios públicos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com