Hace unos días publicaron un artículo mío sobre la necesidad de recuperar la belleza tal como siempre la entendió la filosofía clásica: el esplendor del bien o de la verdad.
El sábado, 19 de junio, tuve la ocasión de vivir una experiencia de este tipo en la catedral de Málaga en donde cuatro jóvenes fueron ordenados sacerdotes.
La belleza e intensidad de la ceremonia parecía tener sobrecogidos a la gran masa de fieles que allí se encontraban. En los tiempos de silencio no se oía ni el más leve ruido. La fe en Dios se palpaba, y contagiaba. Cuando, en el momento de la Comunión, vi la sonrisa limpia e ilusionada de uno de los jóvenes sacerdotes, percibí el bien, la verdad y la belleza.
Las palabras del obispo de la diócesis estuvieron llenas de luz y exigencia. Una frase se me quedó grabada: Conforma tu vida con el misterio de la Cruz del Señor.
Con razón, la película La última cima se está convirtiendo en un fenómeno social. Es un mundo deslumbrante y desconocido que no se suele mostrar a los jóvenes, está siendo un descubrimiento feliz para muchos.
Carlota Sedeño Martínez