Quienes en otro tiempo tuvieron responsabilidades importantes en el Partido Socialista, andan ahora, como en el caso de Alfonso Guerra, poniendo en solfa algunas actitudes del Gobierno Zapatero o revelando presuntas conversaciones poco edificantes con el juez Garzón.
Otros, como José Bono, intentan parar el incesante runrún sobre la debilidad del liderazgo de Rubalcaba. Pero si eso es un reflejo del pasado, el presente no es alentador. La nueva rebelión del PSC, que amenaza con escindirse de facto del PSOE para las elecciones europeas, es el enésimo ejemplo de una situación insostenible que lastra gravemente el discurso político y la credibilidad del partido a nivel nacional.
Si a todo esto, le añadimos que entre sus caras de futuro, personas como Beatriz Talegón afirman sin rubor cosas como que Cuba no es una dictadura, nos podemos hacer una idea de la pérdida de rumbo del Partido Socialista.
Esta situación no beneficia a nadie. Contribuye a aumentar la sensación de descrédito que la gente tiene sobre la clase política en general y a aumentar la preocupación por el partido de la oposición en particular, al que el país necesita sólido, coherente, con un discurso constructivo y dispuesto a trabajar por el bien común de todos los españoles.
José Morales Martín