Sr. Director:
La utilización del cuerpo femenino como objeto de reclamo publicitario es ya una realidad que por habitual adquiere tintes de pandemia de proporciones alarmantes.
No es admisible que el cuerpo de la mujer se convierta en un simple objeto de consumo publicitario, olvidando su condición de persona, su dignidad y su integridad. Lo grave no es que el cuerpo de la mujer ocupe un altísimo porcentaje en el conjunto de imágenes publicitarias. Lo perverso es el enfoque equívoco al que se somete al cuerpo femenino y al consumidor que sufre esas agresiones.
Parece que lo único relevante es vender. A toda costa, sin que importe el precio. Y da la impresión de que algunos creativos ignoran que existe una labor publicitaria imaginativa, ocurrente, fresca, dinámica y, a la vez, eficaz en las consecución de los objetivos de promoción y venta.
El cuerpo de la mujer muestra la condición material de la persona. Pero posee en sí mismo una trascendencia no susceptible de poner en rebajas y mucho menos para simple consumo publicitario. Su uso indiscriminado es un descarado ataque a la dignidad humana. Un claro atrevimiento que resulta patético, pues se da en aras de una finalidad bien pobre y que atenta contra la dignidad de las mujeres.
Clemente Ferrer Roselló