Caritas y el Consejo Mundial de las Iglesias (¡Qué peligro!) pretenden que las campanas de los templos suenen por la justicia climática. Manos Unidas toma como eslogan Salvemos al planeta. Sin embargo, la visión ecológica de la Iglesia considera que la naturaleza debe estar al servicio del hombre. Además, el NOM pretende sustituir al Cristianismo por una nueva religión: la Carta de la Tierra
Juan Pablo II fue el primer papa en dedicar una encíclica, nada menos, a la ecología. Benedicto XVI también apuesta por detener las emisiones tóxicas y su postura bien podría definirse como ecologista. Pero ambos han dejado claro que la doctrina católica sobre el medio ambiente puede resumirse así: la naturaleza está al servicio del hombre, no al revés. El ser humano, hijo de Dios, está obligado a no infligir al medio ambiente daños innecesarios por ser un don recibido por Dios y, sobre todo, para preservarlo, a fin de que pueda ser aprovechado por las nuevas generaciones, es decir, por otros seres humanos. Pero el objetivo es la especie humana.
Por el contrario, el Nuevo Orden Mundial (NOM), que no es más que una reingeniería social anti-cristiana, pretende crear un nuevo credo, una nueva religión sincrética, de tendencia eco-panteísta que sustituya a los 10 mandamientos. Ese nuevo catecismo está perfectamente resumido en la Carta de la Tierra.
La nueva religión eco-panteísta considera que el hombre es una especie animal más, a la misma altura que las bestias, la flora, los océanos o la capa de ozono y que, por tanto, no tiene primacía alguna sobre las especies animales. Es más, resulta el enemigo a batir, en cuanto es el principal depredador y el causante de los males ambientales.
Por todo ello, sorprende que instituciones cristianas se dejen contaminar por este panteísmo, especialmente ante la Cumbre de Copenhague sobre cambio climático quedará comienzo en la semana entrante. Dos ejemplos, a cual más preocupante, de esta contaminación eclesial de eco-panteísmo: Caritas, en bastarda alianza con el Consejo Mundial de las Iglesias, una institución del Nuevo Orden Mundial (NOM), tan progresista que lo que pretende es desposeer a la Iglesia de su capacidad dogmática, se han puesto de acuerdo para que las campanas suenen (¿Doblen?) en todo el orbe cristiano por la egregia reunión en Dinamarca. Como el Consejo Mundial tiene pocas campanas que tañer, queda claro que será la Iglesia quien quede comprometida con el gesto. Un gesto con una reunión plagada de aborteros, integrada en lo que Juan Pablo II llamó conjura contra la vida.
La segunda ha llegado de la rama internacional de Caritas, esto es, de Manos Unidas. Su nuevo eslogan, con el que decora sus agendas para 2010, reza así: Salvemos al planeta. Manos Unidas siempre se ha dedicado al salvar al hombre, de la pobreza económica y la miseria cultural y moral. Sin embargo, al parecer ahora el planeta tierra, la madre Gaia, es mucho más importante.
Alguien debería decirles algo, porque el mayor enemigo actual del Cristianismo no es el materialismo marxista ni el capitalismo financiero (con serlo ambos) sino el ecopanteísmo, esto es, sustituir la adoración a Cristo por la adoración a Gaia, la Madre Tierra. De la misma forma que el darwinismo fue el enemigo de la libertad cristiana en el siglo XIX y alumbró los totalitarismos del siglo XX, en esta centuria el adversario más temible es la ecología, entendida como novísima modalidad de panteísmo, quien plantea la emboscada. El parecido entre el darwinismo de antaño y el panteísmo verde de hogaño va más allá, por cuanto ambos se presentan pensemos en el cambio climático- como una doctrina científica probada. Del Darwinismo ya sabemos que nunca fue ciencia y que, además, se ha mostrado como una teoría falsa. Del Gorismo (por el inefable Al Gore) sabemos que no es ciencia pero tendremos que esperar para mostrar su más que sospechosa falsedad. De hecho, las sospechas apuntan al fraude más que al error
Pero, en el entretanto, no conviene pasarse al enemigo: no adoremos a Gaia, el nuevo ídolo de la modernidad tonta, sin duda una reiteración. Además, es un culto muy hortera.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com