Según noticias recientes, la Junta de Andalucía incita al aborto y lo presenta como un alivio. Nada más falaz.
Hay numerosos estudios sobre el síndrome post-aborto (en EEUU, Canadá, Inglaterra, Austria, Francia, Finlandia, y hasta en España con la Dra. Gómez Lavín, psiquiatra) y concluyen que es grave, que es mucho más peligroso que llevar a término un embarazo, aunque éste no sea deseado. Nada de qué les ocurre sólo a mujeres con trastornos psicológicos anteriores al aborto, como propala la Consejería andaluza de Igualdad y Bienestar Social. Lo que sucede es que en estos casos el SPA se agrava aún más.
Da miedo: parece que se juega, interesadamente, incluso desde las instituciones gubernamentales, con la verdad para que la sociedad no reaccione ante la injusticia que supone la eliminación de vidas humanas. Así sucedía también en la Alemania nacional -socialista (nazi) y murieron, por ello, millones de personas.
Yo quiero agradecer a los obispos españoles, su Declaración ante el Anteproyecto de la ley de aborto del Gobierno. Llevan mucha razón cuando afirman que el "derecho de la vida de todo ser humano inocente es un patrimonio común de la razón humana. El sentido común y la experiencia de ser madres nos dice, como ellos, que abortar "es quitar la vida a un hijo ya concebido y eso sobrepasa con mucho las posibles decisiones sobre el propio cuerpo, sobre la salud de la madre o sobre la elección de la maternidad". Nuestra misión como madres (lo somos desde que fuimos fecundadas) es dar vida, no arrebatarla.
Josefa Morales
pepitamorales18@gmail.com